La designación de los ex Rectores universitarios Miguel Cañizales (ULACIT) y Zonia de Smith (U LATINA), como ministro y viceministra respectivamente, confirma la decisión del gobierno de fortalecer el rol de la educación nacional.
Lo que corresponde ahora quizás, es pasar de una serie de acciones, a una clara y definida tendencia gubernamental, convencidos de que la educación es uno de los caminos más adecuados para disminuir la pobreza de nuestros pueblos.
Sin embargo, pareciera faltar la estructuración de una política nacional de la educación técnico-profesional, que paralelamente a los esfuerzos de producir especialistas de alto nivel en las distintas universidades, prepare técnicamente a los panameños a fin de afrontar los desafíos que representan para la masa laboral, proyectos como los call centers, la industria turística y la posible ampliación del Canal.
Las estadísticas muestran un panorama preocupante, ya que sólo el 2.6 por ciento de la población económicamente activa, se estarían capacitando. En Europa, por ejemplo, hay países que llegan hasta un 70 por ciento.
Al respecto, una significativa cantidad de la población, confía en que los diputados aprobarán la solicitud de 37 millones de balboas, de aumento en el presupuesto general del Estado para la vigencia fiscal del año 2006, del Instituto Nacional de Formación Profesional (INAFORP). Para no ir muy lejos, se trata de la mitad del presupuesto que destina para el mismo fin, otro país centroamericano como Costa Rica.
El gobierno, junto a la empresa privada, deben reactivar este importante plan de formación profesional para superar entre otras cosas, el drama de la desocupación juvenil que tanto preocupa y que subyace en el actual incremento de la delincuencia. Capacitemos mejor a nuestros jóvenes para el trabajo y démosles más alternativas para vivir con una mejor calidad de vida.