Su aspecto humilde y la gran amabilidad que expresa nos habla de su enorme conocimiento acerca del instrumento más auténticamente panameño, la mejorana.
A los siete años inicia el romance de Gabriel Villarreal, con la que sería su eterna compañera. Y es que a esta edad sus padres le llevaron a un "Velorio de mayo", fiesta religiosa de gran popularidad en su pueblo "La Pasera" de Guararé, donde la escuchó por primera vez y confiesa que eso bastó para que nunca más la sacara de su mente.
A partir de allí se las ingeniaba para hacer sus propias mejoranas con tablas a las que le hacía ranuras y como cuerdas usaba, a escondidas, el hilo de coser sombreros de su madre.
Su primera mejoranera le costó 5 pesos (B/2.50) y a los 15 años se inicia formalmente en el toque de este instrumento hasta este momento cuando cuenta con 75 años.
Con orgullo Gabriel confiesa que desde que se inició el Festival de la Mejorana en 1949, nunca ha faltado a uno, con excepción de la muerte de algún pariente.
Para quien conoce de la mejorana, Don Gabriel constituye una Biblia en todo lo que encierra el toque de cada torrente y sus numerosos afinamientos. A él le tocó junto a otros, ser los pioneros de la mejorana y su sabiduría le ha sido retribuída con reconocimientos y méritos. Pero para Don Gabriel, lo más importante es que la mejorana no muera y siga abriéndose paso como hasta ahora. A él se le atribuye ser de los pocos panameños intérpretes del socabón, la hermana de la mejorana y que ya está casi en desuso.