Algunos estarán totalmente convencidos de que la fe mueve montañas, mientras que otros pensarán que no es más que una hermosa metáfora sin aplicación práctica.
Sin embargo, cada vez existen más evidencias de que una vida espiritual rica tiene un importante impacto positivo en la salud física y psicológica.
Eso sí, esto no significa que sea necesario hacerse seguidor de una religión concreta, la espiritualidad debe entenderse como el convencimiento profundo de que la existencia tiene un valor y un sentido.
La última prueba de que no sólo de pan vive el hombre viene de la mano de un equipo de investigación del Memorial Sloam Kettering Cancer Center de Nueva York (EEUU). Estos científicos han comprobado que la calidad de vida de los pacientes terminales mejora considerablemente cuando se satisfacen sus demandas espirituales.
Curiosamente, los resultados del estudio publicado sugieren que lo que realmente reconforta a estos individuos, no es la fe religiosa, sino alcanzar un estado de armonía y paz interiores, independientemente del camino que hayan elegido para obtenerlas. Lo importante según los autores es cubrir sus necesidades existenciales.
Recientemente se han presentado varios experimentos sobre los efectos de la meditación en los que se observaba que los individuos controlaban mejor el estrés y que sus sistemas inmunes se habían fortalecido. El cerebro de las personas que practican este tipo de técnicas también experimenta cambios.
Algunos científicos opinan que la meditación podría aumentar los niveles de un neurotransmisor, la serotonina, cuya deficiencia está asociada a la aparición de depresión.