Hace pocos días se conoció el mayor secreto guardado por la Autoridad del Canal de Panamá (ACP). El Ministro de Asuntos Canaleros, Ricaurte Vásquez, admitió la existencia de un "Plan B", en el caso de que se registre un "voto de castigo".
Según el ministro, la ACP tiene un folder guardado para proponer la modernización de la vía interoceánica a las navieras si fracasa el "SÍ"; empero esta vez Panamá estaría en desventaja puesto que los usuarios del Canal definirían si valdría la pena desarrollar un proyecto en el istmo.
Paralelamente a este reconocimiento, el panameñista Jorge Gamboa Arosemena también informaba en la emisora KW Continente que durante una reunión con Eduardo Quiroz, miembro de la Junta Directiva de la ACP, éste último admitió que la entidad estaba preparada para aplicar un plan de contingencia en caso de perder el "SI".
Estos anuncios un poco sospechosos demuestran lo que por semanas venimos recalcando en este medio escrito, en la radio y en la Internet. De que la ACP debería enfrentar todos los escenarios posibles.
Por supuesto, es una realidad de que el votante panameño es uno de los más conservadores y simplistas de la región, tal como lo indicó el último informe del "Latinobarómetro". El panameño es práctico, conservador, pro-estadounidense, capitalista y exigente al momento de ser encuestado o ir a las urnas. Si somos prácticos y simplistas, sería lógico de que la mayoría de la población istmeña debería votar "SÍ" al proyecto de ampliación al Canal.
Empero, hasta el mismo presidente del Tribunal Electoral, Eduardo Valdés Escoffery, ha reconocido que en los últimos referendos desarrollados en nuestro país el pueblo panameño prefirió votar "NO", como forma de castigar a las autoridades, por determinadas razones coyunturales.
La voluntad política de los panameños también ha quedado en juego durante este proceso consultivo de cara al referendo del 22 de octubre. No puede ser que ciertos líderes de grupos del poder económico y partidista han definido posiciones abiertas sobre su apoyo al "SÍ" y el "NO", afectando la decisión de sus seguidores.
Panamá es una democracia participativa en donde los ciudadanos viven en libertad y derecho al pensamiento abierto. Por ello, la decisión de que una persona decida votar a favor y en contra de determinado proyecto es parte de su justo derecho, algo que todos debemos respetar.
Cuando ya no se considera el valor de este precepto, entonces nos encontraremos en una situación de intolerancia y la libertad de expresión habría fallecido ante la presión de los extremistas.
Respetemos el derecho de cada uno de los panameños a discernir sobre lo bueno, lo malo y lo feo de la ampliación canalera.
