La canciller, Ángela Merkel, recibió al Dalai Lama, máximo representante religioso y cultural del Tíbet, desoyendo así las advertencias de las autoridades chinas sobre un empeoramiento de las relaciones bilaterales si se producía dicha cita.
La visita había sido declarada por el gobierno de "intercambio privado de opiniones" como parte de la práctica habitual de Merkel de recibir a representantes de las diversas religiones.
Aunque no hubo declaraciones en público, el hecho de recibir al Dalai Lama en la Cancillería fue para Pekín motivo suficiente para interpretarlo como una afrenta.
En días pasados, el Ministerio de Exteriores chino convocó al embajador alemán, Michael Schfer, para transmitirle sus protestas y el deseo de que la reunión fuera desconvocada.