TEMAS DE ACTUALIDAD
Conceptos realistas

Fermín Agudo Atencio
Colaborador
La Constitución Política de la República, admite en el artículo 9: No habrá fueros o privilegios personales. La vida del ser humano es comparable al acaecer del día; tiene su nacimiento que es la alborada, continúa su crecimiento hacia la plenitud meridiana rebosante de calor y energías, luego despunta lentamente una demarcada decadencia, donde el sol abrazador va dejando todo atrás, entregando su soberbia a los brazos difusos e invisibles de la noche. Y así es todo, empezamos una existencia con ardor fervoroso, continuamos desarrollando nuestras obligaciones con absoluta pasión, las cuales quedan reducidas con el tiempo a simples y vagos recuerdos, terminando yertos en el fondo del sepulcro. Cabe el refrán que dice: nadar tanto para morir en la orilla. Algo semejante le sucede al jubilado en Panamá; todo un período de treinta o cuarenta años de trabajo ininterrumpidos, preocupaciones a granel, ocasionadas por factores que me eximo en mencionar; acontece el extraordinario suceso de la suspensión de actividades por razones de edad, a todo esto no ha podido acumular nada relativo a lo económico y los días que suman tantos, impiden laborar en otro lugar, salvo aquellos con poderosas influencias políticas que logran conseguir puestos con mando; la mayoría se engloba en los sueldos bajos y las montañosas aprensiones. A la fe, todo lo que embellece y exalta la vida, cae en un estado de amodorramiento, ya los instintos superiores del alma se han precipitado en un letargo de proporciones inimaginables. La grandeza del cerebro humano es atacada por una agnosia implacable, deformando continuamente las impresiones recibidas, clara razón que motiva copiosa y progresiva ineptitud, todo complementado por una visión imperfecta; esto se esconde detrás de una ancianidad desamparada. Los que ignoran dicho estado cobran de mí una sorda y hostigada cólera, son los ilusos que intentan cubrir el astro rey con la mano. Hace algunos días los vi levantar pancartas con sus manos escuálidas, vociferando consignas afines con los sueldos irrisorios devengados. Esta temática merece urgente solución. Mientras que algunos tienen dinero sobrante, el espécimen al cual me refiero trastea, para poder comer, aún a esta hora tenebrosa de su vivencia, pantano fangoso donde ha sido acorralado por el destino. Las medicinas, por ejemplo, cuando en el Seguro se agotan (sufren debilidad), hay que salir corriendo a pedir dinero prestado para adquirirlas: ¿y el precio?, extremadamente alto, tanto tiempo ventilándose este asunto y todavía no tenemos evidencias; el barco no vislumbra puerto de llegada seguro. Es a esta edad, lo mismo que en la niñez, donde todo medicamento es imprescindible, porque las necesidades orgánicas así lo exigen. Adicionado a todo lo expuesto, surge en el panorama un nuevo cuadro en la diagnosis del paciente: los hijos mayores de edad renuncian a la deserción del hogar que los vio nacer. Los progenitores pueden dormir tranquilos, dicho acontecimiento no se dará, todos terminarán peinando canas; una piedra más en el zapato del pié flácido y abotagado del que no ha conocido el reposo, subiendo las cuestas agrietadas de un Gólgota irreductible.
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