El descanso del guerrero, y nunca mejor dicho. Julio César Chávez ya es historia en el mundo del boxeo, en el que ha escrito páginas memorables como aquella en 1993 en el estadio Azteca de México (136.000 espectadores) ante Greg Haugen. J.C. ha dicho basta.
El combate del sñabado frente a Grover Wiley, en el que tuvo que retirarse en el quinto asalto por una fractura en la muñeca, ha sido el de su adiós.
Se va a los 43 años, tras varias retiradas ("ésta es la decisiva", confesó ayer a su agente, Bob Arum, al abandonar el ring en Phoenix) y un récord que pone los pelos de punta: 107 victorias, 6 derrotas y 2 nulos.
Varios datos asustan: campeón del mundo en tres categorías diferentes, 27 defensas de un título mundial, 37 combates con un cinturón en juego y 89 peleas sin conocer la derrota.
Todo eso queda ya para las biblias del boxeo. Pero su leyenda seguirá Viva, Crítica en Línea. Y ahí está Julio César Chávez Jr, que ayer ganó en la misma velada en la que su padre bajó la guardia. Para siempre.
Chávez (107-6-2) abandonó su combate del sábado en la noche contra Grover Wiley en el quinto asalto.
El mexicano de 43 años perdió el combate, pactado a 10 episodios dentro de la división de los wélter, por nocáut técnico tras quejarse de un dolor en la mano derecha. Los apoderados de Chávez dijeron que sufrió una fractura en la mano.
Wiley (29-7-1) dijo que Chávez abandonó porque estaba recibiendo una paliza.
El hijo del ex monarca, Julio César Chávez, peleó también durante la función del sábado. Chávez hijo, de 19 años, dijo que vengará la derrota de su padre y peleará contra Wiley.
Chávez padre parecía tener controlado a Wiley en los primeros dos asaltos. Sin embargo, Wiley siguió luchando. En el quinto episodio, recurrió a dos combinaciones de golpes a la cabeza para causar daño al mexicano.
Cuando Chávez se dirigía a su esquina, después del asalto, miró a su equipo y movió la cabeza de un lado a otro, para indicar que no continuaría en el combate.