Lunes 14 de sept. de 1998

 








 

 


MENSAJE
El primer golpe de su vida

Hermano Pablo
Costa Mesa, California

L
a sala de maternidad en ese hospital de Edmonton, Canadá, lucía impecable. Paredes blancas, sábanas limpias, enfermeras solícitas y médicos expertos. Sara Sylvester, de 24 años, lista para dar a luz, esperaba confiada.

"Todavía tienes media hora -dijo el doctor-. Vuelvo dentro de un momento". Pero a los dos minutos el bebé nació. Y nació tan rápido y con tanta fuerza, expelido del vientre como un tapón de champagne, que se salió de la camilla y cayó al suelo. "Bueno -dijo filosóficamente el doctor', que el chiquillo aprenda que esta vida está llena de golpes". A los cinco días, madre y niño salieron felices del hospital.

El doctor tenía razón. Esta vida está llena de golpes. El ser humano recién nacido es como un automóvil nuevo. Luce hermoso, con su pintura reluciente, sus cromos brillantes, su tapizado impecable, su motor funcionando a la perfección, silenciosa y suavemente. Pero van pasando los años, y el hermoso auto último modelo comienza a recibir golpes y rayaduras. El carter pierde aceite, el radiador se tapona, el tapizado se deshace, la pintura se vuelve un desastre, la transmisión falla y el embrague patina. El hermoso coche, que era nuevo pocos años atrás, es ahora una ruina.

Eso mismo pasa con el ser humano. Nace bonito y hermoso, con todos sus órganos perfectos. Pero pasan los años, y los golpes físicos y morales que da la vida, van estropeando todo: alma, cuerpo, corazón, sentimientos, conciencia. Y aquel bebé que salió perfecto del vientre de la madre es ahora una farmacia andante, un hospital en miniatura, un consultorio psiquiátrico.

Estos son los golpes que nos proporciona la vida: aquí una enfermedad por una infección fulminante; allá un dolor moral por algún fracaso, alguna desilusión. Y el cuerpo y el alma del hombre se van resintiendo, van perdiendo salud, fuerza y elasticidad. Y así como pasa con el auto viejo, también pasa con el hombre: hay que llevarlo al cementerio.

Dios no quiere que el cementerio sea el destino del hombre. Por eso ofrece en Cristo una vida nueva, realmente nueva para vivirla aquí y ahora, libre de miserias y derrotas. Y luego, para después nos ofrece una vida de calidad, eterna, para disfrutarla con Cristo para siempre.

 

 

 

 

 

 

CULTURA
Película italiana gana León de Oro en Festival de Venecia.

 

PORTADA | NACIONALES | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | REPORTAJES | CRONICA ROJA | EDICIONES ANTERIORES


   Copyright 1996-1998, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.