Parece que el diablo anda suelto en Panamá. Primero, una "honorable" diputada y una funcionaria del Municipio de Arraiján que protagonizan un bochornoso incidente en el sector oeste de la capital y, luego nuestros representantes de la Selección de Fútbol Mayor que viajan hasta Venezuela para jugar supuestamente un partido amistoso, y lo que terminan es agarrándose a puños y patadas con sus rivales deportivos del momento.
Estos dos hechos, sin lugar a dudas, se constituyen en dos actos vergonzosos y que empañan la imagen de Panamá internacionalmente.
No puede ser que estas personas, que supuestamente tienen que ser ejemplo para los niños y jóvenes de este país, olviden fácilmente su roll y anden protagonizando espectáculos indignantes como los acontecidos.
En el caso de los futbolistas, que es el asunto que en esta ocasión me interesa como cronista deportiva, tengo que expresar la gran decepción que sentí cuando observé por las cámaras de la T.V. semejante aberración.
Imagínense la cantidad de niños que en ese momento estarían viendo el partido para seguir a sus "ídolos".
La cancha de fútbol del olímpico estadio General José Antonio Anzoátegui, quedó convertida en un ring de boxeo sobre la grama y en un verdadero escenario de competición entre karatecas.
Ya no es la primera vez que Panamá se ve involucrada en este tipo de situaciones, anteriormente también se suscitó y precisamente en un partido frente a Venezuela. Fue el 31 de mayo del año 2000 en San Cristóbal, Venezuela, cuando el "Bombardero" Roberto Brown, protagonizó una riña. Pero aunado a esto, hay que decir que el fútbol nacional sigue manteniendo en el ámbito internacional la imagen de ser rudos.
Ya es hora de que la Federación Panameña de Fútbol, tome cartas serias en el asunto y requiera de los servicios de un psicólogo que le brinde orientación a estos futbolistas, las cuales conlleven a un mejor comportamiento y por ende, al desarrollo del fútbol nacional.