OPINION


Mundo cooperativo

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Por Jorge E. Ruiz
Periodista

Al redactar este artículo hoy, 11 de septiembre de 2003, el país ha amanecido convulsionado por los hechos que han venido sucediéndose en la Caja de Seguro Social.

La crisis ha tenido su desenlace con la destitución del Director General de dicha institución, profesor Juan Jované, por supuesta incapacidad en el desempeño de sus funciones.

No se necesita tener una inteligencia superior para percibir esa razón como una gran mentira, puesto que desde que inició labores, los señalamientos del profesor Jované en cuanto a la situación económica de la institución y las denuncias que apuntaban como responsables al Gobierno y los patronos morosos del sector privado, le crearon una animadversión.

En esos momentos, tanto la Junta Directiva de la Caja de Seguro Social y el propio Organo Ejecutivo debieron tomar acciones al respecto, pero no lo hicieron. Allí comenzaron los problemas del profesor Jované, los cuales se agravaron con la publicación de la lista de morosos de la Caja de Seguro Social y los personajes y empresas que allí aparecieron.

La impunidad y hasta complicidad con los patronos que no pagaban las cuotas que deducían a sus empleados y a los que ni siquiera reportaban sus negocios, fue evidente. Por supuesto que hay otras consideraciones por enumerar, pero que no hacemos por falta de espacio.

Lo cierto es que la Caja de Seguro Social sufre una grave crisis y si estamos al tanto de los acontecimientos, entre los más afectados estaremos los jubilados y pensionados y aquellos que ansiosamente esperan su jubilación.

Todos los beneficiarios de la Caja del Seguro Social debemos coordinar acciones a desarrollar en los próximos días.

Debemos, eso sí, aconsejar a los obreros de la construcción y a los estudiantes que no se disparen solos en esta lucha. El cierre de calles, la confrontación con las fuerzas represivas en donde unos disparan gases lacrimógenos y perdigones y otros piedras, no conducen al éxito. Se le está dando motivos para la represión y el resto de la ciudadanía sufre consecuencias inútiles.

Hay muchas otras formas de hacerse sentir, pero requiere una organización y el convencimiento de que se lucha por la supervivencia de nuestros derechos.

De todas maneras, comprendamos que no sólo en Panamá estamos viviendo estas convulsiones y que son propias y resultado de la mal llamada globalización que hace más pobres a los pobres y más ricos a los ricos.

 

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