REFLEXIONES
"Tragedia en Timor Oriental"

Por Carlos Christian Sánchez C.
Relacionista Internacional
A una cuantas millas náuticas de Bali, en dirección hacia el Este, se encuentra una isla que por causa del destino, fue dividida entre las grandes potencias europeas. En el siglo XVI, navegantes portugueses y holandeses se adentraron en el Archipiélago de La Sonda, en busca de las famosas Especias. Luego descubrirán la isla Timor, un pedazo de tierra cuya extensión alcanza los 480 kilómetros de largo. Gracias a los repartos coloniales, las transformaciones políticas en el mundo y la expansión militar de algunos países, Timor fue objeto de la conquista imperial. Lisboa esgrimió su bandera sobre la parte oriental de la Isla, mientras que los holandeses dominaron el resto de las islas colindantes. Tras la Segunda Guerra Mundial, la República de Indonesia logra su independencia en 1948. Años después, Portugal vive la Revolución de los Claveles en 1975. Sus colonias de Ultramar en Africa, India y las Antípodas caen en el desconcierto. Aprovechando la crisis en Portugal, el recién estrenado dictador indonesio Suharto, con el apoyo de occidente, lanza sus ejércitos sobre Timor Oriental, lo cual da inicio al régimen de explotación y terror sobre la isla. Debido a que las alianzas estratégicas eran más importantes que la esclavitud de los timorenses orientales, las naciones democráticas capitalistas no vieron lo que sucedía en la isla del Indico. Por tres decenios, los indonesios fueron colocando a sus ciudadanos en colonias de producción agrícola, como parte de un programa político del dictador Suharto. También las diferencias religiosas surgen de inmediato, porque los timorenses orientales con cristianos católicos, por herencia de la conquista portuguesa, mientras que sería dirigido por Xanana Gusmao y otros grupos independentistas timorenses. Estos resistieron por 17 años en las áreas rurales de Timor. Pero al ocurrir los levantamientos rebeldes, la comunidad internacional se percata del deseo de los isleños por lograr su plena soberanía frente al poder de Yakarta. Incluso la resistencia pasiva de los timorenses fue motivo de honra por el mundo, cuando se le otorga el Premio Nobel de la Paz al Obispo Católico Jiménez Belo y al político nacionalista José Ramón Horta. En 1998, el Dictador Suharto es destronado por los mismos indonesios. Luego, la Naciones Unidas conforma una agencia especializada para resolver el asunto controversial de Timor Oriental (UNAMAT), la cual efectuará una consulta popular, en un acuerdo entre la O.N.U. e Indonesia, para que cerca de medio millón de timorenses orientales votaren por Autonomía Especial dentro del Archipiélago Indonesio o la Independencia total. A finales de agosto de este año, se efectuá el Referéndum Timorense, el cual fue sacudido con turbas enardecidas de colonos indonesios que intimidan a la población local, puesto que temen la causa independentista, los que obligaría a salir de la isla. Tras una semana de escrutinio electoral, el 78% de los 465,000 timorenses aptos para votar eligieron la Separación y soberanía. En el acto, las turbas paramilitares indonesias se toman las instalaciones de la UNAMET y las calles de Dili. El interior de Timor Este es desolado por incendios, matanzas y persecuciones. Incluso el ejército de Yakarta no hace el intento por detener los disparos de las hordas contra los periodistas extranjeros. Otra vez nos encontramos con una nueva crisis en el Continente Asiático, aunque de mediana magnitud para los intereses de las potencias mundiales. Los sucesos en Timor Oriental nos demuestran que el gobierno indonesio, junto con su líder moderado, el Presidente Yusuf Habibei, no controlan la situación. Declaró la Ley Marcial, pero las patrullas navales de la O.N.U. observan la continua destrucción de los poblados timorenses, con el aval del ejército insular. Ahora hay más de 200,000 timorenses orientales desplazados que huyen de la masacre, lo que representa un cuarto de la población de isla. La amenaza de una intervención militar de Australia, los estados Unidos y algunas naciones europeas, nos dan claras señales de que el nuevo orden mundial pretende resolver el problema timorés, en el momento crítico, lo cual es una gran irresponsabilidad de Occidente, puesto que si las naciones democráticas de la Comunidad Internacional hubiesen presionado, con anterioridad a Suharto y su séquito, quizás hubiesen evitado la muerte de inocentes. La sombra de los volcanes de La Sonda anuncia la llegada de la oscuridad en Timor Oriental y nosotros, los pueblos del mundo, sólo podemos ver los asesinatos por la televisión, en vivo y a todo color, como si se tratase de una película de aventuras. Que desgracia.
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