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Sábado 11 de septiembre de 1999



FAMILIA
La familia adoptiva: una tarea difícil - II parte

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Tomado de
Sinorama

Incluso para la familia Chang Er-lian, que llevaban 30 años dirigiendo una guardería y se consideraban muy expertos en niños de edad preescolar, la realidad de la adopción fue diferente de lo que esperaban. "Estos niños son muy diferentes de la mayoría", dice el Sr. Chang. El primer niño que aceptaron tenía una seria regresión en su desarrollo y no podía controlar su defecación ni su orina.

El Sr. Chang confiesa que una larga serie de frustraciones lo pusieron, más de una vez, al borde de tirar la toalla. "El niño lloraba y le daban ataques de enfado y no se sabía por qué ni qué hacer con él", dice la Sra. Chang, que se tiene que aguantar las lágrimas, al recordar la experiencia.

La madre adoptiva Li Yu-yun recuerda lo que sucedió cuando su familia tomó a un niño llamado Hsiao-li. El niño había sido colocado por "World Vision" en cinco o seis hogares adoptivos; pero, todas la familias habían devuelto al niño. Era dado a la violencia y a los insultos: "en tres días, Hsiao-li yanos había pegado a todos".

El pequeño Hsiao-li, de 5 años, era muy inseguro y una vez le preguntó a la Sra. Li: "¿Soy malo de verdad? ¿Por qué nadie me quiere?" Y en otra ocasión: "No me devuelvas, quiero estar en tu casa mucho, mucho tiempo".

No es raro que un niño pase de un hogar a otro como Hsiao-li; según un sondeo realizado por Yu Han-yi, el 30% de las familias adoptivas acaban devolviendo a los niños. Y este rechazo repetido no hace más que poner sal en las heridas abiertas de estos niños maltratados.

La aceptación y el amor de una familia adoptiva da, a los niños que han sufrido maltrato, la oportunidad de experimentar el calor del ambiente familiar. Sin embargo, esto no basta. Para que se les curen las heridas sicológicas causadas por el maltrato, los niños deben recibir ayuda profesional.

El consejero infantil Huang Su-chuan señala que los niños de familias donde se los maltrata presentan con frecuencia conductas anormales y tienen dificultades para adaptarse a nuevas situaciones. Incluso cuando se los coloca con familias adoptivas, estos niños sufren de problemas sicológicos.

En 1997, el pabellón siquiátrico del Centro Siquiátrico de Taipei estableció un departamento especialmente dedicado a niños maltratados, donde se han tratado hasta la fecha 150 pacientes.

Lin Liang-yin, director del pabellón siquiátrico, enumera una serie de problemas que presentan a menudo los niños maltratados: extrema desconfianza, actitud reservada, falta de cooperación, impulsividad, dificultades en las relaciones personales, etc.

Las víctimas de abusos sexuales muestran los peores síntomas. Chi Hui-jung, director ejecutivo de la Fundación Jardín de Esperanza, afirma que estos niños tienen una relación difícil con el sexo opuesto, cuando crecen. Una sensación de haber sido traicionados, les lleva a una personalidad airada y antisocial. La violación del espacio personal y un sentido de vergüenza les hace odiarse a sí mismos. Un sentido de impotencia les quita la confianza y les hace incapaces de alcanzar nada.

Para los niños pequeños, que no saben muy bien cómo expresarse con palabras, el juego es un modo de sicoterapia. Al juzgar y al desempeñar roles, los niños son capaces de ver, hacer y experimentar nuevas cosas y de adquirir conciencia de sí mismo.

"Come hasta que estés bien y harto"

Una niña pequeña, durante la terapia quiso desempeñar el papel de madre, mientras que su consejera, Huang Su-chuan, hacía de niña. "Me ordenó ser obediente, que no le respondiese y me pegó (a una imagen mía) muy fuerte con una vara". Quedó muy claro, durante el juego, cómo la había tratado su madre.

Una niña que pasó hambre después de ser abandonada cocinó todo tipo de platos, durante la terapia de juego, y se los daba a su consejera diciendo: "Quiero que comas hasta que te sientas bien y estés harta".

Había un niño joven que siempre insistía en pintar una imagen nada más entrar en la sala de juego. Unas veces dibujaba un relámpago, otras un mal individuo. Y en vez de llevarse el dibujo a casa, siempre se lo daba al consejero.

"Cuánto más joven, más flexible es el niño", dice Lin Liang-yin. Los traumas sicológicos y físicos son similares en este respecto. Cuanto antes se trate el problema, más fácil es su curación. Si un niño llega a su adolescencia antes de que se le trate un problema sicológico, tiene pocas posibilidades de que se le pueda ayudar.

Además, si las heridas sicológicas de un niño no se tratan pronto, no sólo lo afectará toda su vida sino que es muy probable que lo pase a la siguiente generación.

Según Lin Liang-yin, los niños maltratados que no reciben ayuda sicológica adecuada tiene un alto riesgo de desarrollar enfermedades mentales más tarde. Además, estudios extranjeros señalan que un alto porcentaje de niños maltratados acaban maltratando a sus propios hijos.

El daño hecho sólo puede enmendarse a un tremendo costo y esfuerzo. Cualquier deficiencia en proteger a un niño maltratado infringe un costo incalculable a la sociedad. Todos compartimos el costo monetario y algunos de nosotros pagaremos con angustia y tragedia.

 

 

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