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¿Son los antibióticos eficaces contra las úlceras?

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Redacción
Crítica en Línea

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Las úlceras.

Aunque durante mucho tiempo se pensó que las úlceras estaban relacionadas con el estrés y la alimentación, ahora se cree que más del 90% de ellas están causadas por una bacteria en forma de espiral llamada Helicobacter pilori+ o H. Pilori. Los tratamientos recomendados con anterioridad a este descubrimiento servían para curar las úlceras, pero como la infección subyacente no era eliminada, la mayoría de las úlceras volvían a aparecer. Además, los antibióticos figuraban entre los medicamentos que tradicionalmente se prescribían para los tratamientos de úlcera, ahora no sólo es posible que sirvan para curar las úlceras sino también para prevenir su reaparición.

Las úlceras pépticas son llagas o agujeros que se forman en el estómago o en los tejidos de un apéndice adyacente del intestino delgado conocido como duodeno. Las úlceras duodenales son las más comunes, superando a las úlceras de estómago o gástricas, en una proporción de cuatro a una.

El 10% de los estadounidenses desarrollarán una úlcera péptica en algún momento de sus vidas. Según los Centros para el Control de la Enfermedad (CDC), entre 500.000 y 850.000 casos nuevos de úlcera péptica se diagnostican anualmente. Las complicaciones relacionadas con la úlcera son las responsables de más de un millón de hospitalizaciones y de 6.500 fallecimientos al año. El coste económico anual que esta enfermedad supone en los Estados Unidos se aproxima a los 6.000 millones de dólares.

Los principales síntomas de la úlcera son los ardores gástricos-dolores abdominales que se producen en la zona comprendida entre los huesos del pecho y el ombligo. Este dolor tiene lugar cuando el estómago está vacío y frecuentemente se calma al comer o tomando antiácidos. Otros síntomas menos comunes pueden ser náuseas, vómitos, pérdida del apetito y pérdida de peso. En ocasiones las úlceras pépticas pueden sangrar, algo que puede producir anemia, debilidad y fatiga. En casos graves, las úlceras sangrantes representan un peligro mortal.

El papel de la bacteria H. Pilori como causante de las úlceras fue expuesto por vez primera a principios de la década de los 80 por los investigadores australianos J. Robin Warren y Barry Marshall. En 1994, un equipo conjunto de especialistas del Instituto Nacional de la Salud concluyó que la H. Pilori es el factor causante de la úlcera y que los antibióticos debían ser incluidos en el tratamiento de los enfermos de úlcera infectados por dicha bacteria.

La H. Pilori puede ser doblemente perniciosa. Además de irritar el tejido del intestino o del estómago directamente, también puede romper la capa de mucosa que normalmente protege el tejido digestivo de las secreciones estomacales potencialmente corrosivas.

Antes de que el papel jugado por la H. Pilori fuera descubierto, era creencia generalizada que ciertos hábitos vitales como el estrés y la alimentación eran los principales responsables de las úlceras pépticas. El tratamiento se concentró en la curación de las heridas de la úlcera y en paliar los síntomas. Los principales elementos de la terapia contra la úlcera eran medicamentos como el subsalicilato de bismuto (parecido al Pepto-Bismol) que protegía el tejido del estómago y dos clases más de fármacos: bloqueantes de H2 como la ranitidina (Zantac), niatidina (Axid), famotidina (Pepcid) y cimetidina (Tagamet), y protobombeadores inhibidores como el omeprazole (Prilosex) y lansoprazole (Prevacid). Tanto los bloqueantes de H2 como los protobloqueantes inhibidores disminuyen la producción de ácido. Como el uso de esas medicinas, que formaban parte del tratamiento tradicional contra las úlceras, no erradicaba eficazmente la H. Pilori, la mayoría de dichas úlceras volvían a aparecer cuando dejaban de tomarse.

Los tratamientos actuales todavía utilizan elementos antiácidos y/o protectores de los tejidos, pero además, una vez que se ha confirmado la infección de la H. Pilori, se utilizan antibióticos para curar los problemas subyacentes. Para determinar cuál es el tratamiento adecuado, a todos los enfermos a los que se les diagnostique úlcera se les debería hacer la prueba de la H. Pilori. Algunas pruebas se fundamentan en los análisis de sangre para detectar la presencia de la infección; otras se basan en análisis de la respiración o en muestras de tejido.

La Agencia de Alimentos y Medicamentos de los EE.UU. (FDA) autorizó por primera vez en 1996 el uso de antibióticos para el tratamiento contra la úlcera. Desde esa fecha, varios antibióticos especialmente diseñados contra las úlceras han sido autorizados por la FDA. Los tratamientos que los laboratorios farmacéuticos están promocionando, conocidos como terapia triple, utilizan dos tipos de antibióticos en combinación con antiácidos o protectores de los tejidos estomacales. Con dichos tratamientos, más del 90% de las úlceras se curan y no vuelven a aparecer.

La mayoría de las úlceras que no están relacionadas con la H. Pilori se producen por el uso regular de fármacos antiinflamatorios no esteroides (AINE) como la aspirina, el ibuprofeno o naproxen. Para curarse rápidamente, o ayudar a prevenir la formación y recurrencia de las úlceras, es conveniente que reciban el tratamiento tradicional sin antibióticos, aunque se les debe recomendar que eviten el uso continuado de los AINE o que tomen otras clases menos nocivas de dichos fármacos.

A pesar que los indicios obligan a pensar que la H. Pilori se contrae vía oral a través de la bacteria presente en las heces, los vómitos o la saliva, aún no está claro cómo se transmite dicha bacteria. Existe la posibilidad de ser infectado de nuevo tras haber sido curado, aunque es un hecho nada común. Además de curar las úlceras pépticas, la H. Pilori ha sido vinculada a otras enfermedades digestivas, como el cáncer de estómago, si existe infección de H. Pilori hay de dos a seis veces más de posibilidades de contraerlo. Casi la mitad de la población mundial está infectada por la H. Pilori, pero sólo de un 15 a un 20% desarrollará úlceras. El porqué de que esto sea así no está aún bien estudiado. La erradicación de la H. Pilori es recomendable para personas que tengan o hayan padecido cáncer de estómago o úlceras, pero no hay consenso entre los expertos médicos sobre Si la infección debe ser tratada en personas en las que no se haya detectado problema alguno. Algunos especialistas están preocupados acerca de que tratar a todos los infectados de H. Pilori conduzca a unos innecesarios efectos secundarios derivados de los medicamentos y de que la capacidad de resistencia a los antibióticos de la H. Pilori se refuerce. También hay pruebas que indican que la H. Pilori puede reportar algún beneficio a la persona que la aloje, en cuyo caso su eliminación no siempre es una ventaja. En particular, y según varios estudios médicos, la ausencia de H. Pilori parece está relacionada con tasas muy altas de problemas esofágicos.

 

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