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EDITORIAL
Iglesia y Santa María
Las paredes del gimnasio Roberto "Mano de Piedra" Durán se querían desbordar de alegría. Todo un pueblo cristiano celebraba la felicidad por un año más de evangelización en Panamá y en tierra firme. Unidos a la felicidad por un aniversario más de la firma del Tratado Torrijos-Carter, los católicos de Panamá se reunieron para, junto a todo el clero arquidioscesano y a Santa María de la Antigua, patrona de Panamá, celebrar los 489 años de catolicidad en nuestro país.
En medio del dolor que vive nuestro pueblo, por los constantes ataques entre los jóvenes, las oraciones por el mejoramiento de la sociedad no se hicieron esperar. La corrupción y la pena colectiva por nuestro sistema político y social se hizo sentir en medio de las alabanzas cristianas.
La multitud que se congregó en el coliseo deportivo aplaudió al arzobispo José Dimas Cedeño, cuando les recordó a los políticos que la política no es negocio, es un servicio.
El momento sirvió para recordar a los arzobispos que ha tenido el país, así como a los sacerdotes asesinados durante el ejercicio de su misión evangelizadora, entre ellos, Héctor Gallego, Nicolás Van Kleff y Jorge Altafulla.
Fue cuestionable también la ausencia de los políticos y altos personeros del gobierno a la Eucaristía, donde todo un pueblo creyente se reunió para clamar por la paz en Panamá. Frente a los difíciles momentos que vive Panamá, sólo nos queda pedir a Dios y a Nuestra Patrona Santa María La Antigua, que nos ayude y nos dote de una nueva clase de dirigentes, que antepongan el bien de la Patria a los beneficios personales.
Ante el desencanto y la falta de esperanza de un mejor mañana, a los panameños sólo nos resta rogar a Dios, para que se apiada de nosotros y nos conceda la ayuda divina para salir de la crisis que mantiene postergado a la nación.
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PUNTO CRITICO |
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