Me leí en una noche -en paños menores y con un dolor animal en la nuca, debido a un viejo achaque muscular- el libro "Acción Comunal recibe a Lindbergh en español", que escribió Sofía Izquierdo, una ensayista profunda y de risa fácil que conocí el jueves pasado en la Biblioteca Nacional, cuando se hizo la gala de la obra.
Lo primero que pensé cuando la escuché hablar de su libro, fue que Sofía tiene mal puesto el apellido, pues también a mí me enreda la mala corriente del prejuicio que considera a los zurdos hijos del cuco. Sofía, a diferencia de lo que creía por su nombre, resultó más bien dulce, aniñada y sencilla, y me admiré por el discursito que leyó, y por otro mucho mejor que improvisó y que le ayudó a mostrar su verdadero rostro de mujer profunda.
Semanas antes de la gala, por guiños del destino y la mala mano de un prensista loco, tuve que leer el libro a contravía, pues lo empastaron de atrás hacia delante, con la portada en la contra, además de tener la primera página en la última y viceversa.
Leí el libro, pues, a lo árabe. Ni el dolor tendinoso ni la difícil lectura en reversa impidió que me lo empujara todo en pocas horas. El libro narra parte de la vida del dentista Ramón Mora, el abuelo del escritor Ramón Fonseca Mora, quien fue el verdadero gestor del movimiento Acción Comunal, y en cuyo consultorio se realizó la primera reunión del grupo, el 19 de agosto de 1923.
La obra saca a flote los nombres de otros buenos panameños: Víctor Florencio Goytía, José Manuel Quirós y Quirós, Manuel Gálvez, Germán Gil Guardia Jaén, José Pezet y Rubén Darío Conte, quienes fueron los impulsores de una idea que en los años veinte resultaba una franca chifladura: "hable en español y cuente en balboas", precisamente cuando los estadounidenses eran dueños y señores de todo en el país, incluso del alma de los políticos.
Sofía Izquierdo se metió hasta la nariz en periódicos viejos, diarios familiares amarillentos y llenos de telarañas, archivos olvidados y libros de la época. En todos estaba buscando respuesta a una pregunta: ¿cómo era Ramón Mora? ¿Qué lo impulsó a convertirse en revolucionario?
Sofía se encargó de sacar a flote la verdadera, pues la historia oficial se encargó de enterrar en el olvido los nombres de tantos muchachos treintañeros, quienes -extrañamente- se desprendieron de sus trajes y corbatas, de su buena posición social y profesional, incluso de sus familias, y decidieron tomar las armas para ejecutar un golpe de Estado, cansados de los malos políticos, la discriminación gringa, y la vulgar corrupción.
En su libro, la linda joven Izquierdo supo desmenuzar las interioridades de una filosofía panameñista -que nada tiene que ver con el Arnulfo Arias que se nos ha vendido- y la presentó a quemarropa. Cuando terminé de leer la obra, acalambrado y triste -porque Acción Comunal terminó dividida y contaminada como el Partido Liberal de entonces- me pregunté si los actuales arnulfistas han estudiado alguna vez las doctrinas de este movimiento y, si lo han hecho, no sé cómo no se han envenenado con su propio remordimiento, o con la ponzoña de vil traición. |