Querido (a) Hermano (a): Con alegría recordemos hoy la festividad del nacimiento de la Santísima Virgen María el cual marcó los comienzos de nuestra salvación y así nos los recuerda el Santo Padre Juan Pablo II, en la presente reflexión:
Deseo dirigir un cordial y afectuoso saludo a todos vosotros mientras nos disponemos a elevar nuestra oración a la Madre Inmaculada de Dios en esta celebración litúrgica del nacimiento de la bienaventurada Virgen María, "esperanza y aurora de salvación *del mundo entero".
Se trata de una fiesta mariana profundamente arraigada en la devoción y en el corazón de los fieles en la devoción y en el corazón de los fieles, los cuales miran a la Virgen María con suficiente confianza y emocionada esperanza, sabedores de que, en los designios de Dios, su nacimiento era el comienzo de los acontecimientos salvíficos en los que María debía estar íntimamente asociada a su Hijo. Por tanto, debemos sentirnos llenos de alegría al recordar a la madre de nuestro Redentor. Como afirma San Pedro Damián, "si Salomón, con motivo de la dedicación del templo material, celebró con todo el pueblo de Israel solemnemente un sacrificio tan copioso y magnífico, ¿Cuál y cuánta no será la alegría del pueblo cristiano al celebrar el nacimiento de la Virgen María en cuyo seno, en un templo sacratísimo, descendió Dios en persona para recibir de ella la naturaleza humana y se dignó a vivir visiblemente entre los hombres?"
En las manos de María, "Niña", depositamos hoy nuestra humilde plegaria por el mundo y por la Iglesia. Dios te bendice por solidarizarte con la obra PRO-FE en bien de tus hermanos mas necesitados. |