CULTURA
Bibliotecas
Carlos R. Rowe L.
Crítica en Línea
En días pasados viví
una de las mejores experiencias de este año, me reconcilié
con las bibliotecas, puesto que aunque las visitaba, desde algún
tiempo no las disfrutaba, simplemente porque tan sólo suplía
la necesidad del momento y me retiraba a seguir con mi cotidiano vivir.
Lo antes mencionado ha sido causa de mi deseo de compartir con usted
mi estimado lector algunos aspectos de interés referentes a este
tema, esperando también que usted como yo pueda reencontrarse con
las bibliotecas.
La palabra Biblioteca proviene del griego biblios, que significa libro
y theke, que significa lugar donde se guarda una cosa.
Expresa no sólo una colección de libros o de material escrito
e impreso, sino también el lugar donde las personas van para investigar
en ellos.
Pocas son las muestras de los primeros escritos que hayan podido sobrevivir
a las vicisitudes de los tiempos desde los comienzos de la civilización.
Las invasiones, las guerras y los incendios cobraron su tributo y poco
dejaron de los primitivos escritos, jeroglíficos y cuneiformes al
afán descubridor de los arqueólogos.
En la más temprana época se utilizaron probablemente tablillas
de piedra y barro.
Los templos, centros entonces de la actividad y vida cultural, albergaron
las primeras bibliotecas en los inicios de los tiempos.
Algunas bibliotecas antiguas dignas de mención son las de Babilonia
y Asiria.
Los primeros reyes de Asiria pusieron gran empeño en la colección
y conservación de las crónicas de sus dominios, inscritas
en tablillas.
El estudio de la Astronomía, la cual alcanzó gran preponderancia
en los primeros tiempos babilónicos y estaba íntimamente vinculada
a la religión, se vio favorecida con las prácticas bibliotecarias
que permitieron la preservación de documentación importante.
Fueron los magos y los sacerdotes los que se encargaron de conservar
muchos de sus primitivos documentos, que vinieron a aumentar las colecciones
ya existentes.
Antes del Siglo XIX A. De J.C., los semitas vencieron a los acadios,
de quienes se sabe poseían grandes colecciones de tablillas, aunque
se ignora la ubicación exacta de la primera biblioteca acadia.
Uno de los primeros bibliotecarios conocidos fue el babilonio Amel-Anu,
llamado "el hombre de las tablillas escritas".
Salmanasar I es reconocido como el primer fundador de una biblioteca
asiria en Calah (1300 A De J.C.), pero la Biblioteca Real de Nínive,
fundada en 700 A De J.C., es la primera conocida.
Fue iniciada por Sargón y completada por Asurbanipal, contenía
unas 22 mil tablillas, encontradas bajo los escombros del palacio real
de Nínive, hoy tesoro inapreciable del Museo Británico.
Las bibliotecas tenían un valor muy grande para las antiguas
civilizaciones, tal es así, que en la Biblioteca de Ozymandyas en
el Ramseseum, cerca de Tebas, se había esculpido la inscripción
"El Consultorio del Alma", dando a entender el papel tan importante
que tenían las bibliotecas en estas civilizaciones que algunos llaman
primitivas.
En la República de Panamá sobresalen la Biblioteca Nacional,
fundada en 1892 y que cuenta con más de 60 mil volúmenes y
la Biblioteca Simón Bolivar (Universidad de Panamá), la cual
cuenta con más de 50 mil volúmenes y fue fundada en 1935.
Curiosamente durante mucho tiempo tener acceso a una biblioteca era privilegio
de sabios y ricos.
No fue hasta el Siglo XIX cuando se crearon en Inglaterra y Estados Unidos
las bibliotecas populares, con las que se permitió a todas las personas
poder hacerse del conocimiento que los diferentes libros allí guardados
facilitaban a los lectores.

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