MENSAJE
Edad media en el siglo xx

Hermano Pablo
Crítica en Línea
A Palmina Martinelli, una bella joven de catorce años de edad, la ataron a un poste. Con una cinta amarraron sus negros cabellos, que le caían hasta la cintura, y con una faja de seda ciñeron sus vestidos a su cintura. Acto seguido, la rociaron con gasolina y le arrimaron un fósforo. El cuerpo de la joven quedó inmediatamente envuelto en llamas, y en una escena verdaderamente dantesca, que se realizaba casualmente en el país de Dante, la niña murió en el suplicio más horrible. Todo esto ocurrió en Fusano, pueblo cercano a Brindisi, Italia. ¿La razón de tan horrible hecho? Palmina se negaba a trabajar de prostituta, como sus dos hermanastros, Enrico y Giovanni, querían obligarla a que hiciera. Ante noticias como ésta uno se pregunta: «¿En qué siglo estamos viviendo? ¿Estamos viviendo en el último cuarto del portentoso siglo XX o en la edad media? ¿Se trata del país que ha dado grandes hombres al mundo o de la más atrasada región del más remoto país de Asia o África? ¿Ocurre esto en el país donde el cristianismo se ha desarrollado poderoso durante casi dos milenios, o en la isla más salvaje donde vive el pueblo más salvaje y supersticioso de la tierra? ¿Es este un suceso actual, tanto como un encuentro de fútbol por la copa mundial o un concurso mundial de belleza, o es el engendro de la mente calenturienta de un morboso productor de cine terrorífico? Tenemos que aceptar que todo es verdad, que es de este siglo y que ocurrió en un país glorioso por su cultura. Dos hombres, dedicados al negocio de la prostitución, inmolan en el fuego a su joven y bella hermanastra de catorce años, sólo porque la joven se niega al negocio infamante. ¿Qué le está pasando al corazón humano, al cerebro humano, a la conciencia moral humana? ¿Estamos ya en el declive final, en los rápidos que nos arrastran incontenibles a la catarata que nos hundirá a todos en el abismo final? La humanidad necesita un arrepentimiento total. Todo el occidente cristiano necesita un arrepentimiento total. Y cada hombre, cada mujer, necesita un arrepentimiento total, una entrega total a Jesucristo, único que puede salvar al ser humano del desastre total.
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