"Hola mami, ¿cómo estás? Yo muy bien. Gracias a Dios hace apenas unos días me concebiste en tu pancita..." Así comienza la carta de un bebé, que parecía feliz, pero quien al final termina en las entrañas de un tubo de succión. Su madre decidió que le hicieran un aborto.
Son miles las historias que como estas terminan con una vida. El embarazo deseado por muchas mujeres estériles, en otras es producto de vergüenza e infelicidad. No podemos olvidar aquellos que por otras causas provocan dolor. Ponen en peligro la vida de algunas mujeres.
Juzgar alegremente a los demás cuando se desconocen los motivos que llevaron a una mujer a esta terrible decisión, es cuestión de pensar. Para muchos es simplemente un crimen negar la vida a quien es nuestra responsabilidad. Cierto es que hay casos que uno rechaza de inmediato por lo crueles. Como una vida echada al basurero.
Educarnos sobre sexualidad humana para proteger la salud y tener conciencia clara de su importancia en nuestras vidas debe ser la meta. Conocer este tema no significa un permiso explícito para el libertinaje sexual. Va más allá de nuestra naturaleza animal (sólo instintos).
Hace unos años, una joven me habló de la posibilidad de practicarse un aborto porque no sentía que pudiera enfrentar este compromiso de vida. Tenía su pareja.
Pensaba tomar sola está determinación. En su angustia ya había consultado a una persona que estaba dispuesta a ayudarla con su "inocente problema". "Una inyección y todo solucionado. No seas tonta, para cargar con otro niño", le dijo.
Sin embargo, la joven mujer dudaba de echar mano de esta medida. Preguntó a alguien más. El consejo fue opuesto al anterior. Hoy disfruta de las travesuras de una hermosa niña. Para ella y su compañero ha sido un grato obsequio de vida.
La vida no siempre es como la deseamos, pero es más dura cuando una actitud negativa la complica.
