EDITORIAL
Crimen en colegio
Un estudiante fue asesinado ayer frente a su propio colegio, en el sector de Paitilla. Su homicida fue otro compañero del mismo plantel. Lo sucedido nos lleva a preguntar ¿qué pasa con nuestra juventud?.
La rebeldía que caracterizaba a los jóvenes de antes, ahora se transformó en violencia. Los malos alumnos esconden armas entre sus libros y mochilas, para asistir a los templos del saber.
Uno asiste a las escuelas para ganar conocimiento y ser libres. Entonces para qué las armas. Ningún docente enseña a los alumnos cómo asesinar a un ser humano. Los cuchillos y pistolas no tienen razón de ser en las aulas de clases.
Lo ocurrido ayer frente al colegio Richard Neumann sólo trae tristeza a hogares panameños. Una madre hoy llora a un hijo que vio su futuro truncado por el filo de un puñal. La otra madre del homicida también sufrirá: su hijo será ahora carne de presidio.
Dos alumnos que se preparaban para desempeñar labores en el sector comercio tendrán sus sueños frustrados. La maldita e incontrolable violencia, pudo más que la razón.
En los colegios siempre se han dado diferencias personales, pero en el pasado las cosas se arreglaban conversando o sino con una pelea a los puños, que no pasaba a mayores. Ahora, los problemas se arreglan con cuchillo y bala.
Mal futuro le depara a la Patria, cuando su juventud no es capaz de mantener una discusión sin recurrir a la violencia. Aquí deben entrar los padres de familia. La casa es la principal escuela donde se debe enseñar tolerancia a nuestros hijos, para que mañana sean hombres de bien y no sujetos a quienes les importa un comino arrebatarle la vida al prójimo.
PUNTO CRITICO |
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