Miércoles 19 de agosto de 1998

 








 

 


MENSAJE
El tesoro escondido

Hermano Pablo
Costa Mesa, California

G
aspar Cleverie realizaba su tarea de rutina: revisar ropa vieja. Ropa, por cierto, tan vieja que ya no servía ni para los más pobres y más viejos del asilo. Gaspar Cleverie, dominicano, trabajaba de conserje en un asilo de ancianos de Pontiac, Michigan, Estados Unidos.

Uno de los sacos viejos que él revisaba se rasgó, y de esos harapos comenzaron a caer billetes de diez y de veinte dólares. En total cayeron del saco cinco mil dólares que estaban escondidos entre los forros. "Dentro de seis meses - dictaminó el juez-, sino se halla al dueño, todo ese dinero será para el asilo".

Está claro que en esta época de finanzas electrónicas hay personas que no confían en los bancos. Alguien, dueño de cinco mil dólares, prefirió esconderlos dentro del forro de su saco antes que dejarlos en la ventanilla de una institución bancaria.

También sabemos que todavía quedan en el mundo tesoros escondidos. Aún hay gente, en muchas partes del mundo, que anda con aparatos Geiger, o con perros amaestrados, o con varitas de sauce, buscando oro, joyas o billetes en diversos lugares.

Y sabemos con certeza que Dios tiene muchos y extraños recursos para ayudar a la gente necesitada. Los ancianos de ese asilo, todos indigentes, hacía semanas que estaban orando por alguna ayuda económica. De repente, en la forma más rara, les caen del cielo cinco mil dólares.

Este mundo nuestro, convulsionado por guerras, violencia, terremotos, narcotráfico, la angustia de la gente, pestes y depresiones de toda clase, todavía está siendo visitado por Dios, y todavía Dios sigue estando por encima de todo y de todos, y sigue contestando oraciones y supliendo necesidades como si nada pasara.

La fe en Cristo y la tranquila y serena obediencia a sus mandamientos nos predisponen a pedir, a creer y a recibir. Jesucristo dijo: "Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos... mi Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre" (Juan 14:15; 16:23).

Abrámosle nuestro corazón a Dios el Creador, y también nosotros hallaremos un tesoro. Será el tesoro de la paz de nuestra alma y de la seguridad de nuestra salvación. Así nunca perderemos la fe.

 

 

 

 

CULTURA
Nueva Jersey debe indemnizar a abogada de la fiscalía por acoso sexual.

 

PORTADA | NACIONALES | OPINION | PROVINCIAS | DEPORTES | LATINOAMERICA | COMUNIDAD | REPORTAJES | CRONICA ROJA | EDICIONES ANTERIORES


   Copyright 1996-1998, Derechos Reservados EPASA, Editora Panamá América, S.A.