Con mejor logística y refuerzos en la seguridad, la Defensa Civil de Perú reparte agua y comida a la desamparada población de Pisco, que después de tres días de afrontar dificultades se organiza para conseguir productos de primera necesidad.
En una región sin agua ni electricidad y con muchas carreteras inservibles a causa del sismo, la ayuda es el único alivio para los habitantes de esta urbe, a cuyo aeropuerto llega sin pausa el auxilio humanitario nacional e internacional.
Y es que a cuatro días de la catástrofe la gente comienza a desesperarse según se agotan las pocas reservas de alimentos que había y empieza a pedir más comida y una mejor distribución de la ayuda a las autoridades, que carecen de grandes medios para repartirla.
Además, el miedo de los pisqueños a los pillajes nocturnos ha obligado a las autoridades a reforzar la presencia militar y policial en la zona.