¿Has subido a la encumbrada cima de la montaña, perdida la mirada en el horizonte infinito, donde el cielo besa caprichosamente la tierra en idilio de extrañas consecuencias, impenetrables incluso a la capacidad descriptiva sensorial? Pero la mente con su sagacidad rompe los parámetros mediante la palabra y se introduce sigilosa en los silenciosos espejismos extrayendo los secretos que anidan quietamente en la naturaleza.
Bien aplicada y pronunciada mueve los cimientos orientados a mejorar la suerte de la humanidad. En conjunto con los medios audiovisuales y escritos de comunicación les ha brindado los incentivos, manteniéndolos al día en todo lo novedoso del quehacer general, inclusive allende los mares. Sólo la palabra de belleza espectacular, paloma mensajera de vuelo cimbrante hacia parajes ignotos, porta la integración de los habitantes de la tierra, en un solo haz de voluntades positivas. Es un medio eficaz que constituye la energía del pensamiento, para lo bueno o lo malo, construye y destruye, tal es su poder intuitivo puesto en marcha.
En idioma sublimado de cumplida catadura bíblica en perfecta transformación, el verbo se hizo carne en binomio revelador, en complemento con el soplo haciendo patente la configuración humana en el planeta. Con ella declaremos la guerra y la paz, amamos y despreciamos es el escenario donde convergen todas las posibilidades aglutinadas. El hombre es un títere, esclavo de su fuerza incontrovertible. Las ideas integradas por palabras atractivas con calificación rigurosa de asentimientos, sirven de encajes y escapes voluntarios en la conversación que hacen de la vida diaria el santuario de las mancomunidades sociales gozosas.
Nos podemos comunicar y entender con los demás, porque tenemos el don de la palabra, supervisado por el equipo psicomotor, provocadas por las acciones consensuadas en la mente. Ella debe revestirse de verticalidad, útil herramienta que lleva a la verdad con severidad y estricta grandeza, expresadas de exacto contenido, eliminarán las voces desmayadas y flacas de tono gangoso, sin promesas entusiastas, pobres de sustancias en aparente desorientación. ¡Poned en función la inspiración y encontrarás en ella la fuente de eterna meditación donde tiene su génesis la palabra! Ella contiene el efecto del pensamiento puesto en actividad.