Los presos que se habían amotinado por 30 horas en un penal en las cercanías de Cuibá se rindieron a las fuerzas policiales y liberaron a los guardias que tenían como rehenes, dejando una sangrienta estela de nueve reclusos asesinados e incinerados, informaron el jueves las autoridades.
El secretario de seguridad pública del estado de Mato Grosso, fronterizo con Bolivia, Benedito Xavier de Souza Corbelino, informó que los presos murieron en enfrentamientos entre grupos de detenidos por heridas de cuchillos.
Señaló a la AP por teléfono que los cuerpos de los presos muertos fueron quemados por sus agresores para evitar ser reconocidos y "por un acto de venganza y por ajustes de cuentas sobre actividades del narcotráfico en el estado de Mato Grosso".
Los guardias penitenciarios fueron liberados por los amotinados en el presidio San Antonio de Levenger, y enviados a hospitales de Cuiabá por las heridas que sufrieron asesinados por sus compañeros en cárceles de Mato Grosso, por pugnas internas por el control y por disputas de grupos criminales del narcotráfico. |