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Este segundo semestre de 2001 ha estado lleno de actividad en el mundo típico. Es cierto que la dura situación económica que agobia a la nación, junto a países vecinos y amigos, no deja de golpear también a los tipiqueros nacionales, con la subsecuente merma en las ganancias de empresarios, compañías licoreras e intérpretes del pindín. Sin embargo, el panameño ha sabido siempre elevarse por encima de las adversidades, y esta ocasión no es la excepción. Los bailadores siguen abarrotando las pistas de baile, y algunos persiguen a sus intérpretes favoritos de toldo en toldo.
Pero no hay que llamarse a engaño; las actividades típicas viven al acecho de la crisis económicas, por lo que hay que ir tomando medidas para evitar el colapso: los cantadores de décimas deben cumplir su palabra y no fallar en sus compromisos; los intérpretes de música típica deben bajar sus precios, y ser tolerantes cuando la fiesta no sale bien; los empresarios deben hacer más accesibles los bailes a los bailadores, porque los precios muchas veces son excesivos; las licoreras deberían, igualmente, reducir los precios de sus productos, porque la gente no les está consumiendo.
Mejor es apretar un poco ahora, que perderlo todo.
Sin embargo, el ánimo no se ha caído... porque en Panamá nadie llora: preferimos bailar.
En este número apostamos a eso, al baile. Por eso traemos a una de las mejores voces que actualmente irradia con su voz las pistas típicas: Balbino Gómez. ¿Quién es ese talentoso muchacho que de repente se ha convertido en una celebridad? Nuestra Tierra lo presenta de cuerpo entero, para conocer sus interioridades.
También presentamos lo nuevo del Plumas Negras, que no se cansa de presentar excelentes proyectos a la fanaticada que los sigue. |
