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En la ciudad capital muy pocos conocen a San Roque, patrono de muchas comunidades del interior de la República, cuya fiesta enciende las luces de las parroquias (¡y de los toldos!) en esta segunda quincena del mes de agosto.
San Roque nació en Montpellier, Francia, en el siglo XIII, y ya vino al mundo con un signo divino, pues en su pecho había una señal roja en forma de cruz.
Cuando iba de peregrinación a Roma, Roque se dedicaba a curar a los apestados, hasta que la misma peste le sorprendió y cayó enfermo. En estas circunstancias, Roque se retiró a un bosque, en el que hizo brotar un manantial para poder beber.
Finalmente, Roque volvió a su lugar natal, Montpellier, donde fue hecho prisionero. Murió en el cautiverio, siendo reconocido por su marca.
Al sacar el cuerpo sin vida de su celda, vieron escritas en la pared las siguientes palabras: «Quien se vea atacado de la peste y recurra a Roque, obtendrá amparo en su enfermedad»
En numerosos lugares de España se conjuraba la peste escribiendo las letras VSR en las paredes de la casa, significando "Viva San Roque". Esa tradición llegó, lógicamente, a Panamá. Día de su fiesta: 16 de agosto. |
