EDITORIAL
Falta de controles laborales
La legislación laboral
panameña previene situaciones y aspectos del desempeño del
trabajo, encaminados a la protección del trabajador en la corrección
de prácticas que se apartan de las normativas, y así alcanzar
el sereno desempeño de labores en los centros de trabajo.
Sin embargo, múltiples restaurantes y almacenes capitalinos, sustentan
prácticas en el servicio a los clientes que exigen a los trabajadores
alzar constantemente banderas con las viandas y los enseres, con olvido
de los instrumentos que ofrecen seguridad a esos menesteres, llamados "bus
boy", en idioma extranjero, consistentes en un carrito de dos niveles
con rodamientos, que evita accidentes y lesiones al empleado y los parroquianos;
o, permanecer de pie, sin asientos durante las horas de la jornada, situación
ilegal que incorpora riesgos de afectación columnar.
La visita de los funcionarios inspectores que previene la normativa laboral
resultan simbólicas; en determinados negocios nunca se han realizado,
con lo cual, el propósito de verificación del cumplimiento
de las reglas que rigen en el trabajo asalariado, resultan nugatorias.
La costumbre de contratar por escasos meses al trabajador, para luego
de transcurrido el período, trasladarlo a otro almacén con
diferente personería y distinta dirección para eludir prestaciones
de antiguedad y derechos sociales; así como el intercambio de trabajadores
entre distintos patronos por tiempo determinado, hace que el papel vigilante
de las autoridades laborales resulte de enorme importancia para el desprotegido
laborante.
Ausencia de tributación a la Caja de Seguro Social; falta de reconocimiento
de los derechos previstos por la ley laboral; prácticas ofensivas,
rayanas en inseguridad; condiciones de higiene del trabajo en precario,
son algunas de las realidades del mundo del trabajo asalariado panameño;
razón por la que se impone a las autoridades correspondientes adelantar
esfuerzos encaminados a morigerar y contener el abuso patronal.
De acuerdo con noticias conocidas por este medio, existen conversaciones
gremiales de dirigencias representativas del trabajo del comercio y los
restaurantes para denunciar (identificando en su particularidad) a las empresas
que incumplen la legislación del trabajo.
Conviene recordar que los quehaceres del empleador se balancean con el
hacer de los agremiados y sus organizaciones naturales; razón por
la cual, de persistir tales abusos, pudieran surgir formas de reclamos y
lucha que estremezcan la serenidad citadina.
Las ocho horas del comercio, los descansos, las prestaciones, la higiene
y la seguridad de los centros de labores son aspectos que envuelven las
quejas de los trabajadores de restaurantes y almacenes capitalinos.


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