EXPO LISBOA '98
Un tributo a los océanos del mundo
Rainer Tuñón C.
Crítica en Línea
Una verdadera Torre de Babel
reúne a 155 países dentro de 62 hectáreas cercanas
al río Tajo para decirnos una verdad universal: "los océanos
son un patrimonio para el futuro".
Esta es la razón principal de Expo '98, la última feria
mundial del milenio, que busca enfocar la responsabilidad del mundo frente
a los océanos.
La feria es el centro de la atención europea, después del
mundial de fútbol que culminó con éxito para los franceses,
pero simultáneo a la Expo, se conmemoran 500 años del descubrimiento
de la ruta marítima hacia la India, el histórico viaje de
Vasco de Gama.
En la zona oriental de Lisboa se construyó la Expo '98, pero existe
un plan denominado Expo Urbe, para devolver ese territorio cercano al río
Tajo a Lisboa.
La feria tiene seis áreas temáticas, a saber:
El Pabellón de los Océanos es un acuario gigante que recrea
toda la actividad marina mundial. En un edificio de dos pisos, se concentra
la flora y fauna del océano Antártico, arrecifes coralinos
del Indico, costas rocosas del Pacífico, costas azores del Atlántico
y el denominado tranque central marino, a través de un impresionante
recorrido.
Otro, el Pabellón de la Utopía, recrea mitos y leyendas
del mar. Es un espectáculo multimedia que presenta el desvío
burlesco del hombre, de los dioses y océanos.
El Pabellón del Futuro, por ejemplo, busca salvar la vida del
planeta. Intenta provocar cambios de actitud a través de espectáculos
de realidad virtual, que hacen pensar al público que realmente se
encuentra viajando hacia la Atlántida, de acuerdo a las últimas
investigaciones científicas.
Portugal tiene su pabellón especial. Junto al Muelle de Olivais,
ocupa la posición central de la Expo. Allí está el
legado portugués.
Las Areas Internacionales, son una verdadera joya. La parte norte, a
la ribera del Tajo, concentra una cantidad inmensa de culturas, y la sur,
ubicada por el Puerto de Recreo de los Jardines de Agua, no se queda atrás.
Panamá, por ejemplo, tiene su pabellón. Encanta con la
tecnología necesaria para deslumbrar a sus más de 300 mil
visitantes. La organización del embajador Humberto López Tirone
y la comisionada Lourdes de López, han garantizado vítores
por parte de quienes pasan a diario por esa joyita de la Expo llamada Panamá.
Pero una visita como esa, necesita tiempo. Para conocer Expo '98, hay
que invertir tres días como mínimo. Hay que darse un viajecito
por el teleférico, estar en la torre GLP, que tiene un mirador a
70 metros de altura, la torre Vasco de Gama con una explanada a una altura
de 100 metros (y un restaurante por allá), y participar de "las
peregrinaciones".
Se disfruta junto a los "Olharapos" (criaturas fantásticas
que estaban en las mentes de cartógrafos y navegantes, a través
de sus miedos), el impresionante Acqua Matrix, espectáculo de luces
y pirotecnia, con el elemento multimedia, o una estadía en alguno
de los 37 restaurantes dentro de la Expo, donde Isla Contadora (con un cocinero
coclesano), el restaurante de Macao, México, Venezuela o Alemania,
son realmente una delicia.
Pero no todo culmina con la visita. En las tardes, una aventada por la
Expo-Adrenalina (un "jumping" desde 40 metros de altura) y en
las noches, el videoestadio o Plaza Sony está listo para un concierto
junto a 15,000 personas.


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Una visita a la Expo es el viaje por una ventana mágica que permite
conocer cada cultura del mundo en un espacio donde te puedes transportar
a pie, en carrito, teleférico o bicicleta, y disfrutas de noches
bailables, espectáculos multimedia y una agradable velada por lo
más fascinante de Portugal. |

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