CUARTILLAS
Feria
Milcíades A. Ortiz Jr.
El parque estaba lleno de puestos
más o menos improvisados, donde se exponían los libros como
si fueran papas o naranjas en el mercado de San Felipe.
Letreros indicaban las rebajas y ofertas, algunos de ellos hechos en
forma sencilla, sin mayor tecnicismo. Eso no importaba, porque el mensaje
llegaba a los ansiosos compradores: niños, jóvenes y algunos
viejos, que en aquella época no se conocían como de la "Tercera
Edad". Eran simplemente llamados "viejos" y punto.
Se trataba de la Feria del Libro, que se realizaba en parques populares,
como los de Santana, Catedral y Porras. El propósito era evidente:
vender libros baratos a la mayor cantidad de personas. Se cumplían
así varios propósitos: algunas librerías "salían"
de sus libros no vendidos, se impulsaba la lectura y se descargaba la conciencia
de aquel peso de que "el panameño no lee porque los libros están
caros".
Pensaba en esas Ferias del Libro el viernes diecisiete de julio, cuando
visité la flamente Biblioteca Nacional, ubicada en el Parque Omar
Gallegos, en San Francisco de La Caleta. Allí se realizaban diversas
actividades con motivo de cumplirse cincuenta y seis años de existencia
de la Biblioteca Nacional.
Pensé en la otra biblioteca, situada cerca del Palacio Legislativo,
llena de polvo y niños y jóvenes de clase popular, de las
diferentes escuelas y colegios del centro de la ciudad. Cuando estudiaba
en el Instituto Nacional fui varias veces a ese lugar, que todavía
existe.
Recordé también los comentarios que hicimos varios panameños,
contra la construcción de la Biblioteca en un sitio tan alejado del
público, como lo es el Parque Recreativo de San Francisco. Pero la
soberbia de uno de los "presidentes de a dedo", ese que renunció
por un supuesto "dolor de garganta" pudo más que la lógica,
y allí está el enorme edificio... casi vacío por lo
alejado en que se encuentra.
(Un colega periodista me dijo que le molestaba ir a una Biblioteca rodeada
de policías. Por precaución, al entrar con mi auto le dije
a uno de los "tongos municipales" a dónde iba y para qué.
Todavía siento urticaria cuando hablo con policías, por aquello
de los veintiún años de dictadura militarista en Panamá).
Pues bien: debo admitir que la Fundación pro Biblioteca Ernesto
J. Castillero, hace esfuerzos por mantener moderno el lugar. Fui atendido
con esmero por María Majela Brenes, Directora Administrativa, quien
con orgullo memostró el "modernismo" de localizar libros
con computadora. (Adiós a los viejos tarjetarios amarillentos por
el tiempo y el uso).
Yo reconocí el "modernismos", pero eché un vaso
de agua fría al indicar que había visto eso varios años
atrás, "en una Biblioteca Municipal de Miami, Estados Unidos".
De todas maneras, es algo moderno que ya tiene este atrasado país
subdesarrollado, con complejo de gigante, que es Panamá.
También visité la sala de la llamada "Biblioteca",
o sea el sitio donde algunos jóvenes "navegaban" por Internet,
buscando datos para hacer sus tareas en segundo (Adiós a las pesadas
Enciclopedias compradas a plazo).
Grandes espacios, limpieza, ambiente bastante fresco, mucho orden, café
en algunas esquinas, silencio y... ciertas personas aprovechando este templo,
donde se guarda el saber de miles de libros extranjeros y nacionales.
Salí de la Biblioteca admirado por la labor de la Fundación
y a la vez, lamentando que ésta no hubiera sido construida en una
zona más popular de la ciudad, para uso de los más necesitados,
los niños y jóvenes pobres. Ir al Parque Recreativo para usar
la Biblioteca no está al alcance de quienes viven en zonas populares
de la ciudad.
Pero debeo admitir que algo hace la Fundación para evitar que
el hermoso edificio se convierta en un "elefante blanco" de la
cultura, lo que sería un desperdicio y una lástima.
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