Viernes 7 de agosto de 1998

 








 

 


Samper deja la presidencia de Colombia en un enredo de escándalos

Bogotá
AP

N
ada pudo desbancar al presidente Ernesto Samper: ni sus allegados que denunciaron que recibió millones de dólares de narcotraficantes, ni Washington que lo despojó de su visa, ni los manifestantes en Bogotá que gritaban "¡Que renuncie Samper!"

El presidente dejará hoy el cargo después de completar un período de cuatro años plagado por escándalos. Según la mayoría de las apreciaciones, Colombia está peor ahora que hace cuatro años.

La guerra de guerrillas que lleva décadas, y que solamente esta semana dejó por lo menos 70 muertos, es tan violenta como nunca.

Han aumentado las violaciones de los derechos humanos por parte de agentes del estado y los escuadrones paramilitares derechistas, junto con la inflación, el desempleo y el déficit fiscal.

Colombia, que alguna vez fue admirada por la valentía de sus jueces y policías que luchaban contra jefes del hampa como Pablo Escobar y Carlos Lehder, es considerada ahora a menudo como un lugar donde las drogas se han infiltrado hasta los principales niveles del poder.

"Tomará toda una generación para reparar lo que hizo Samper a nuestra imagen internacional", comentó Rodrigo Losada, experto en ciencias políticas en la Universidad Javeriana de Bogotá.

En su discurso de despedida al Congreso el mes pasado, el presidente se mostró impertinente y dijo que había sido "víctima de una de las más despiadadas e injustas campañas de oposición que recuerde la historia nacional".

"Fui objeto de un explicable sentimiento de expiación colectiva por cuenta de una culpa que todos compartimos", agregó.

No se puede echar toda la culpa a Samper de las tribulaciones nacionales. El país estaba convulsionado mucho antes de que asumiera.

Pero los años de Samper en el cargo cambiaron el modo de ver del pueblo. Según la periodista María Jimena Dusán, "introdujo un nuevo nivel de cinismo en el poder".

El escándalo por el dinero del narcotráfico que acosó la presidencia de Samper también suscitó una discusión sobre la ética en la vida pública.

Los procedimientos legales que enviaron a la cárcel a más de dos docenas de legisladores y altos funcionarios por recibir narcodinero entraron en una nueva etapa la semana pasada cuando se anunció la investigación de figuras públicas por haber recibido supuestamente otros 500 millones de dólares.

Las sospechas de que el mismo Samper había aceptado 6 millones de dólares del Cartel de Cali fueron planteadas por primera vez por el hombre que lo sucederá hoy, el ex alcalde de Bogotá Andrés Pastrana.

Unos pocos días después de perder con Samper en las elecciones presidenciales de 1994, Pastrana hizo escuchar a los periodistas conversaciones telefónicas grabadas de jefes del Cartel de Cali en las que discutían contribuciones a la campaña de Samper.

Pastrana, que se reunió el lunes en Washington con el presidente norteamericano Bill Clinton, se comprometió a negociar con el Ejército de Liberación Nacional de 5000 miembros y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, de 15.000, el mayor grupo rebelde en el país. Las guerrillas luchan desde la década del 60.

Samper dijo que no sabía sobre las donaciones que ahora admite entraron a las arcas de su campaña, pero dos de sus principales asistentes atestiguaron públicamente que Samper estaba al tanto. Y 110 legisladores que votaron en contra de juzgar al presidente en 1996 son objeto de una investigación por la Corte Suprema por irregularidades en esa decisión controversial.

"Si no sabía él lo que pasaba en su propia campaña entonces fuimos gobernados durante cuatro años por un bobo", dijo Santiago Medina, ex tesorero de la campaña de Samper, a la AP en su hogar en Bogotá. Está cumpliendo una sentencia de cinco años de arresto domiciliario por su papel en la campaña.

Asimismo, las 700 toneladas métricas de cocaína que salen de Colombia cada año no han disminuido. La cocaína es contrabandeada actualmente por organizaciones más reducidas y más discretas.

"Samper deja una herencia nefasta", afirmó Enrique Parejo, ex ministro de justicia que sobrevivió después que un asesino del Cartel de Medellín le hizo cinco disparos en la cabeza en 1987.

"La clase política que debió juzgarlo lo que hizo fue montar una farsa para absolverlo".

 

 

 

 



 

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