|
Paradójicamente ha sido la distinguida educadora Yolanda Villa de Arosemena, ahora alcaldesa de La Chorrera, quien bajo presión de los vendedores de aguardiente de esta población ha tenido que derogar un decreto que regulaba el horario para la venta de licor en este distrito, seriamente azotado por problemas de delincuencia, desintegración familiar y desenfreno los fines de semana.
Decir que la clase trabajadora había sido afectada por la restricción de la venta de bebidas alcohólicas es inexacto, máxime cuando todos sabemos cuántas personas trabajan en un jardín de baile, cantina o parrillada durante una noche de espectáculo.
Es cierto que la recaudación municipal ha bajado debido a los cierres de comercios y empresas, pero n o se puede recurrir de buenas a primera a medidas donde al final la medicina resulta peor que la enfermedad.
¿Por qué no se le hizo una consulta previa al Ministerio de la Niñez, la Juventud y la Familia, a las corregidurías y al Juzgado de Menores?
¿Se habrán tomado en cuenta las estadísticas sobre casos de riñas, robos y asaltos a mano armada, gran parte de ellas producto de la francachela abierta?
Finalmente, ¿por qué no se le preguntó a los vecinos que tienen sus propiedades alrededor de estos centros de expendio de bebida, quienes deben soportar el escándalo hasta altas horas de la madrugada sin ser partícipes del jolgorio? |
