Dios está en cada detalle porque en cada detalle hay amor. Dicen que son capaces de alimentar cualquier relación por muy apagada que se encuentre porque en ellos hay chispas que pueden encender el fuego que le hace falta. Un detalle es una manifestación diminuta, pero inmensa de quienes están propensos para hacer el bien y agradar con muestras de cariño, afecto y cordialidad. Las crisis entre padres e hijos y entre esposos nacen del amor que no se da. Tenemos que esforzarnos y animarnos a encontrar esos impulsos que nos motiven a ser detallistas y llenar el día con esas pinceladas agradables que generan las buenas acciones.
Esos gestos de afecto deben ser los adornos que embellezcan tu corazón cuando embelleces el corazón de los demás. Bellas expresiones de un alma grande, rebozada de la blancura más nítida, del azul más intenso, que se esparce como paz, serenidad, ímpetu, vigor y eficacia en los sentidos y en el corazón de quienes los manifiestan y de quienes los reciben. La naturaleza, obra maestra de la perfección divina, nos permite asombrarnos con la grandeza de lo pequeño cuando vemos que un pequeño y liviano coliflor puede volar 2, 000 kilómetros sobre tierra y 800 sobre el agua para encontrar su alimento y deleitarse del néctar de las flores.
Dice un sabio proverbio ruso que las personas son buenas cuando actúan para hacer mejores personas a los demás con sus acertadas palabras que, como el trino relajador del gorrión mañanero, llegan a la conciencia y la razón de quienes las escuchan. Cuántos detalles se olvidan en una sociedad que camina apresurada. No lo hagas tú. Demuestra que dentro de ti hay un ángel que quiere libertarse del letargo en el que muchos lo hemos tenido, para brillar y dar luz en la oscuridad de los opulentos, fríos e inertes.