EDITORIAL
Cuidado con repetir errores del pasado
Dijo Gustave le Bon que por los caminos que cruzan el devenir de los pueblos se encuentran muchos hombres que hablan de libertad, pero se ven muy pocos cuya vida, al lograr poder, no se haya consagrado, principalmente, a forjar cadenas. Y Panamá tiene escritos en sus anales de dolor, los nombres de muchos de estos opresores. También se ha dicho que los pueblos que tienen memoria, progresan. Por ello es obligatorio para todos repasar con valentía esos libros nuestros, para no olvidar. Para librarnos de la repetición de escenas de sometimiento, que tanto daño nos han hecho como nación. Pero el panameño, principalmente el político de estadios bajos, el que se monta en la carreta del partidismo alienante y gansteril, no está dispuesto a recordar. Por eso está recorriendo los mismos caminos que hace más de 30 años descalabraron la democracia istmeña, y nos convirtió en un pueblo oportunista y adorador de la "palanca" como herramienta de ascenso social. Será por ello, por repetir los errores de antaño, que pronto, más de lo que este pueblo sufrido soportaría, se escucharán voces que hablarán de libertad, de una necesaria sacudida social, para que caigan del árbol de la Patria las alimañas, los parásitos que le están succionando las riquezas. Y los panameños, cansados ya de tanta miseria, de tanta promesa incumplida, de la injusticia, de ver cómo las ganancias nacionales van a parar a las mismas manos, pocas manos, sin que se beneficie a las grandes mayorías, abrirán sus brazos a una nueva tiranía, de la que todos nos arrepentiremos. Porque es bajo la lluvia de la injusticia que florecen la violencia y las dictaduras. ¿Es eso lo que quieren nuestros políticos? ¿Si no es así, por qué entonces no dejan esa actitud rastrera y deponen sus intereses enanos, para servirle a este pueblo bueno? El nuevo siglo tiene las puertas abiertas para quienes quieran avanzar. La nave de las oportunidades está en vuelo, y por ello no permitamos que unos pocos políticos sin razón ni formación, hagan que nos quedemos en el suelo, como roedores, cuando merecemos las alturas del halcón. No hay que volver a crear el mal ambiente para que florezcan las gargantas que hablen de libertad, y que se convertirían tarde o temprano en forjadoras de cadenas. ¡Qué no ocurra más!
PUNTO CRITICO |
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