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Es difícil determinar a ciencia cierta si ocurre con mayor frecuencia en las mujeres o en los hombres, pero es determinante que los panameños nos hemos convertido en adoradores de la apariencia física, en desmedro de los valores humanos y las riquezas del corazón.
Algunos dirán que son las mujeres quienes más se preocupan por verse bien, y buscan hombres igualmente agradables a la vista. Todo esto ocurre sin que les importe crecer intelectualmente, y sin ponerse a cultivar talentos del alma como la bondad, la sinceridad, el amor y la caridad.
Otro dirán que son nuestros hombres quienes más están al tanto de lo físico, de la apariencia, y se descuidan en el afán de convertirse en gente de bien, trabajadora, honesta y valerosa.
Sea cual sea la verdad, es indiscutible que algo ha pasado con nuestros hombres y mujeres, quienes ahora ponen demasiado énfasis en lo que se ve en el otro, y no ponen ningún cuidado en aquello que no está a la vista, pero es lo que define a las personas.Es obligatorio que los adultos, los padres de familia, los maestros de escuela y los dirigentes de todo tipo, incluidos aquellos que lideran los medios de comunicación, se preocupen en sembrar en los chicos los valores trascendentes, les enseñen que los material y lo físico no define al hombre y a la mujer, sino que son sus riquezas espirituales las que le harán grande o pequeño, hermoso o feo. ¡Y es urgente esta tarea, porque nos estamos perdiendo como sociedad! |
