Durante seis horas, el cirujano extirpó tumores del cerebro de Lance Armstrong. Una vez terminada la delicada operación y los efectos de la anestesia se disipaban, el doctor quiso cerciorarse del estado de su paciente preguntándole su nombre.
"Lance Armstrong", fue la respuesta, según su autobiografía. "Y le puedo patear el trasero en bicicleta cuando quiera".
Ante semejante implacable fuerza de voluntad, no causa sorpresa que los rivales de Armstrong en el Tour de Francia no tuvieran siquiera la más remota posibilidad de ganarle.
En los anales del deporte, hay pocos con el porte del tozudo texano. El campeón que se recuperó tras estar al borde de la muerte, para dominar a lo largo de siete años la carrera más prestigiosa y dura del ciclismo.
Al mismo tiempo, Armstrong se granjeó fama y fortuna, inspirando a un sinfín de víctimas de cáncer y haciendo crecer la popularidad del ciclismo en Estados Unidos, donde la disciplina era un cero a la izquierda antes de su irrupción.
También pisó algunos cayos, al transformar un deporte esencialmente europeo, en ocasiones desairando sus ancestrales tradiciones.
Armstrong nació el 18 de septiembre de 1971 en Dallas, siendo bautizado como Lance Edward Gunderson.
NUEVO APELLIDO
Su madre, Linda, tenía sólo 17 años. Se separó de su padre Edward Gunderson, cuando Lance era un bebé y se casó con Terry Armstrong, un comerciante y quien adoptó a Lance.
De modestos orígenes, Armstrong creció para convertirse en una hombre de muchas facetas:
El divorciado con la novia rockera; el exigente líder de equipo capaz de cargar agrias rencillas con otros ciclistas; el arduo promotor de la lucha contra una enfermedad a la cual atribuye su suceso en el Tour, al transformarlo física y mentalmente. El infatigable siete veces campeón que se retira por la puerta ancha.
En una reciente entrevista con la AP, dijo que la mejor parte de ser Lance Armstrong era "poder tener un trabajo que adoro inmensamente, pero igualmente poder usar ese trabajo como plataforma para hablar sobre otros temas, temas importantes, como la lucha contra el cáncer. Tenemos tanta suerte".
CLOACAS PERIODISTICAS
Lo peor, dijo, son las persistentes, pero nunca comprobadas sospechas de dopaje que lo han seguido desde su primera consagración en el Tour en 1999.
Para mucha gente escéptica, particularmente en Francia, su vuelta tras el cáncer era demasiado increíble. Las interrogantes dieron cabida a un tensa relación con los periodistas que lo cubrían.
En una entrevista con la AP esta semana, Armstrong comparó a los periodistas del Tour con una "cloaca".
En un principio, Armstrong no le dio importancia a sus problemas de salud. Creyó que se trataba de una gripe o cansancio. No se dio cuenta de la hinchazón en su testículo derecho.
Finalmente, buscó tratamiento y el 2 de octubre de 1996 se enteró de la noticia que cambió su vida: estaba enfermo de cáncer y el mismo se había extendido a sus pulmones y cerebro.
El tratamiento, que consistió en una operación y varios ciclos de quimioterapia, fue brutal.
"Hizo que pusiera en perspectiva el dolor y la derrota", dijo Armstrong en la entrevista con la AP. "La enfermedad me enseñó lo que realmente es sufrir lentamente... Me dio más hambre de triunfo, las ganas y la determinación de que iba a volver y darlo todo".
Aún recuperándose, Armstrong se perdió los Tours de 1997 y 1998. Se casó con Kristin Richard en mayo de 1998, llevando su bicicleta a la boda. En octubre, compitió en la Vuelta a España, quedando cuarto.
Armstrong ganó el tour por séptima vez de manera corrida y se retira por la puerta ancha.
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