CUARTILLAS
Verdades (1)

Milciades
A. Ortiz Jr.
Colaborador
Próximos a que nos den el Canal, las relaciones entre Panamá y Estados Unidos tendrán que ser distintas, lo que a no dudar debe causar disgustos en algunos, temores en otros, e indiferencia en pocos. Encuestas de opinión se hicieron hace meses. Indicaron que en muchos sectores del pueblo hay la idea de que es necesario buscar la manera para que la presencia norteamericana no desaparezca del todo, luego del treinta y uno de diciembre próximo. Este pensamiento es causado por el temor de muchos panameños de que el país pueda caer en manos de tiranos, dentro de algunos años. O que intereses extranjeros, como los comunistas de Cuba, quieran meter sus manos en los asuntos panameños, ahora que manejaremos el Canal. Incluso en los últimos meses se habla de la posibilidad de que los guerrilleros izquierdistas de Colombia (¿tendrán alguna relación con la Cuba fidelista?), puedan apoderarse de este país casi indefenso, luego de la desaparición de las Fuerzas de Defensa de la dictadura. Nadie puede negar que la política norteamericana en el Canal se basó en discriminaciones, privilegios, abusos hacia nosotros, etc. Fue, sencillamente, una actitud de lo que se conoce como "colonial", que era la moda en las relaciones entre países débiles y poderosos, hace años. Esa misma relación la tuvo Inglaterra, Francia, España, Bélgica, Portugal y otras naciones poderosas, con aquellos países que conquistaron y dominaron por años. Claro que esto no justifica en modo alguno la existencia de la antigua "Zona del Canal". Realmente era una especie de socialismo de Estado, un paraíso artificial financiado por la vía canalera. Pero se usa el argumento para demostrar que los EE.UU.: no es el único país que se aprovechó de una nación débil para enriquecerse y consolidar su poder mundial. Siempre he dicho que una cosa es la "política norteamericana" y otra muy distinta, el pueblo norteamericano. Lo mismo sucedía cuando mandaban los militares en Panamá. Durante el período más crudo de la dictadura norieguista, mucha gente en el exterior pensaba que los panameños éramos como el dictador y sus favoritos. La gente extranjera no podía aceptar que una cosa era el gobierno de Noriega y otra el pueblo panameño, amante de la paz y la justicia, enemigo del narcotráfico. Aunque duela, hay que aceptar que Panamá es un pequeño país. No tiene mayor valor mundial que su posición estratégica, por lo estrecho de su territorio que permitió el Canal de Panamá. Y si no fuera por ese Canal que muchas desgracias nos trajo, este país no tendría ahora el desarrollo que impresiona a los turistas. Tampoco el alto nivel de vida que nos aleja de las tristes realidades de Centroamérica y otras naciones grandes de este continente. Por supuesto que no fue saneada la ciudad a principios de siglo, por la cara bonita de los panameños, sino para impedir que las enfermedades afectaran el Canal. El dólar circuló libremente aquí no para mejorarnos, sino para facilitar la existencia de los norteamericanos. Pero, siendo honrados, esas verdades permitieron el desarrollo de este país hasta llegar al nivel socio-económico en que se encuentra. Repito: los negativos dirán que estamos mal; sin embargo, sólo hay que visitar los países hermanos para ver que aquí hay muchas cosas positivas y modernismos. Eso en gran parte se lo debemos a la presencia del poderoso país que hizo el Canal. ¿Traidor? ¿Arrastrado a los gringos? Nada de eso. Lo que digo es simplemente las verdades que unos quieren ocultar, como si se pudiera tapar el sol con las manos. (Continúa)
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