MENSAJE
Dios será
siempre Dios

Hermano Pablo
Crítica en Línea
Era necesario
actuar rápidamente. No se podía perder ni un segundo.
Grady Freeman, policía patrullero de Savanah, estado de
Georgia, yacía en tierra moribundo. Un pistolero le había
disparado dos balas a quemarropa. El policía tenía
una bala alojada en el cerebro y la otra en el cuello.
Llegaron ambulancias, enfermeros, médicos, asistentes,
y bastantes aparatos e instrumentos, y comenzaron el tratamiento
de emergencia. En constante comunicación telefónica
con el hospital y actuando con el profesionalismo de su ocupación,
le dieron los primeros auxilios al enfermo. Luego un helicóptero
lo llevó al Hospital de la Universidad de Nueva York.
TREINTA DIAS DESPUES, GRADY FREEMAN ESTABA OTRA VEZ EN
SERVICIO
Este fue un caso en el que se actuó rápidamente.
Y rápidamente actuaron también ambulancias, enfermeros,
médicos, aparatos y helicópteros. Pero más
rápido aún, y antes de perder la conciencia, Grady
se encomendó a Dios. «Señor -pidió-.
No permitas que muera de esta manera.» Esa oración
golpeó las puertas del cielo, y con la misma prontitud
recibió la respuesta.
¡Cuántos hay que desdeñan la oración!
Son personas materialistas que piensan que el doblar las rodillas
para pedirle algún favor a Dios es señal de debilidad.
A veces son personas inteligentes y de alto nivel académico,
profesionales de éxito y de grandes negocios, algunas
de ellas artistas, profesores o científicos.
Nacidos, criados y educados en una sociedad cientificista
y utilitaria, nunca toman en cuenta a Dios. Pueda que tengan
alguna vaga noción de algún Ser superior, y pueda
que de vez en cuando pidan su ayuda, pero no guardan una comunión
diaria con Él, y lo último que se les ocurre es
doblar las rodillas en oración, a menos que alguna calamidad
súbita, brutal e inesperada les destruya gran parte de
la vida.
El apóstol Pablo, hablando del griego intelectual,
dice: «A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron
como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en
sus inútiles razonamientos, y se les oscureció
su insensato corazón. Aunque afirmaban ser sabios, se
volvieron necios» (Romanos 1:21,22).
Nunca tengamos miedo de reconocer la mano de Dios en los favores
de esta vida. Pedir su ayuda es reconocer su soberanía.
Y darle gracias en todo es confesar nuestra humanidad. Él
es y siempre será Dios. Reconozcámoslo de una vez
por todas.
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