Panamá es un país donde las cosas se ponen de moda e igualmente pasan al olvido, donde se sube y se baja, en ciclos que no terminan nunca, perdón, sólo con la muerte se cierran los ciclos. Este sería el caso de la mentalización que nos quieren hacer con la llamada tercera fuerza política.
No es que no pueda haber una tercera opción, es que cada cosa tiene su desenvolvimiento natural, nuestra democracia es joven y le falta mucho por andar, las personas comunes son conservadoras, los políticos son cambiantes.
Quizá cuando llegue el final del actual sistema, surgirá un partido de los trabajadores, a lo mejor como el de Brasil, que como cosa curiosa, al llegar al poder, ha tenido que aplicar las medidas que rechazó durante 20 años.
Países como Venezuela y Perú criticaron a los partidos "tradicionales". Todos conocemos la historia en que están viviendo y lo más seguro es que si los partidos "viejos" no hacen los cambios y continúan las improvisaciones electorales, reinará la inestabilidad.
La pregunta del millón de dólares es: ¿Qué colectivo político puede escaparse a las recetas de los organismos internacionales? Ninguno. Recordemos el caso de Alan García, que planteó pagar tan sólo un porcentaje de la deuda. Su iniciativa arruinó al Perú y tuvo que vivir el exilio.
En el caso panameño, los partidos tradicionales, el Partido Revolucionario Democrático (PRD), con Martín Torrijos y los arnulfistas con José Miguel Alemán, constituyen toda una visión de cambios y propuestas en el ejercicio de la democracia.
Los dos países de América con mayor estabilidad, desarrollo de tratados de Libre Comercio, democracia y todas las ventajas son Chile y los Estados Unidos, los dos mantienen el sistema de bipartidismo. |