MENSAJE
"Dos corazones que latieron como uno"
Hermano Pablo
Costa Mesa, California
Nacieron en la esclavitud,
en Carolina del Norte, Estados Unidos, alla por 1851. Para ellas era una
esclavitud doble. Millie y Christine McCoy eran dos niñitas negras.
Eran además siameses, unidas por la base de la espina dorsal. Esclavas
negras, y nacidas con esa tremenda deformidad, nadie daba nada por ellas.
Con todo, estas dos hermanas llegaron a ser millonarias trabajando en
circos. Hasta ganaron lo suficiente para comprar la plantación donde
habían nacido como esclava.
Millie murió de tuberculosis en 1912, y a las diecisiete horas
murió Christine su hermana. Tenían 61 años de edad.
Sobre su tumba escribieron lo siguiente: "Dos corazones que latieron
como uno".
Qué pudo haber levantado de la miseria a estas dos hermanas esclavas?
Eran esclavas en sentido literal, pues habían sido compradas y vendidas
como mercadería, pero eran también esclavas de su horrible
condición física, unidas toda la vida por la base de la espina
dorsal.
Qué virtud o gracias o talento había en ellas que las hizo
sobreponerse a su trasfondo racial, a su esclavitud en días cuando
un esclavo nunca se libraba, y a su horrible deformación física?
Había dos cosas, y la primera de ellas produjo la otra. La primera
era una férrea fe en Dios su Creador. Las dos supieron, desde pequeñas,
cómo elevar a Dios sus plegarias y sus lamentos. Aprendieron también
lo que era respeto, sumisión y humildad. Y con esa irresistible fe
en Dios y la dulzura de la humildad, poco a poco se hicieron visibles en
un mundo de ensimismamiento y egoísmo.
La otra cosa que tenían era una fuerte fe en sí mismas.
A pesar de que no eran más que pobres desfiguradas imágenes
de circo, la fe en Dios las hacía verse a sí mismas como personas
dignas, valerosas y triunfantes. Ellas, aceptando su condición como
reto y no como fracaso, siguieron adelante de triunfo en triunfo.
Si estas dos personas, negras, esclavas, deformes, en la cruel sociedad
egoísta del siglo pasado, hallaron victoria por su fe en Dios, también
nosotros podemos hallar en El la victoria. Basta con que nos rindamos a
su divina voluntad.


|

|
CULTURA |
A favor de los programas de tratamiento de drogadictos. |
 |