El gobierno jamaicano ha puesto en marcha un plan de emergencia para limpiar la imagen del país en el exterior, manchada por los violentos disturbios del fin de semana, que dejaron 24 muertos y decenas de heridos en la capital. Kingston regresó a la normalidad lentamente el lunes, y ayer martes, la Policía comenzó el desmantelamiento de las barricadas colocadas por los ciudadanos, hechas de neumáticos y muebles inservibles en llamas, tanto en la capital como en la cercana parroquia de Santa Catalina.
Los comercios, que el lunes se mantuvieron cerrados por el temor de los empleados a ser las próximas víctimas de la batalla entre las fuerzas de seguridad y los delincuentes, también abrieron sus puertas ayer.
Sin embargo, la carretera que conduce al principal aeropuerto internacional permanecía bloqueada en la noche del martes, y la Policía y los militares utilizaban equipo pesado para despejar el camino.
Según la Policía, el saldo final de los disturbios ha sido de 24 muertos (entre ellos tres policías y un militar), decenas de heridos, más de un centenar de detenidos, diez vehículos oficiales arrasados por las llamas, poco menos de una decena de armas confiscadas y más de un centenar de municiones.
Sin embargo, al Gobierno le preocupan ahora los efectos que los disturbios puedan haber provocado en la industria turística de esta isla, de 2,5 millones de habitantes, que recibe sólo por esta actividad ingresos anuales de 1,3 mil millones de dólares. |