A ORILLAS DEL RIO LA VILLA
Los pequeños ganaderos
Santos Herrera
Fueron los hacendados españoles,
fundadores de La Villa de todos Los Santos, a mediados del siglo XVI, quienes
iniciaron por esta región, la crianza de ganado. Extensas sabanas
con abundante agua, presentaban las condiciones adecuadas para el desarrollo
de dicha actividad económica. La misma, con el devenir del tiempo
fue creciendo, así como el número de propietarios, debido
al fenómeno social y económico del minifundio, que con mucha
fuerza se implantó en estos alrededores. Al iniciarse la presente
centuria, el área de Azuero ya era una potencia ganadera abastecedora
de la carne que consumían las ciudades canaleras. Los animales eran
transportados a la capital en barcos de vela primero, y más tarde
de vapor, partiendo del Puerto El Agallito. Esta faena, junto a las labores
agrícolas constituían la principal inyección a la endeble
economía regional.
A mediados del presente siglo, la figura del pequeño ganadero
se identificaba como la de un hombre trabajador, que dedica todo el tiempo
y esfuerzo al bienestar de sus animales. Estoicamente soportó los
rigores de las sequías, que de manera cíclica, se presentan
cada vez con más frecuencia. También se vio obligado, durante
la época de verano, a mudarse a las famosas huertas, a orillas de
los ríos La Villa, Parita, Escotá y Santa María, en
busca de comida fresca y agua, con la finalidad de que las reses, resistieran
las inclemencias de la estación seca. Sólo el cariño,
la dedicación y el amor con que el ganadero realiza su trabajo, hace
rentable esa actividad.
Hacemos este reconocimiento porque consideramos que hoy quien recibe
menos beneficios en la industria ganadera, es precisamente quien más
trabaja, como lo sustentamos en los párrafos que anteceden. Por ello,
en principio, aceptamos que al ganadero se le pague mejor precio cuando
vende su ganado en pie. Esto constituye un verdadero acto de justicia a
favor de esos trabajadores del campo. Sin embargo, rechazamos de plano que
el aludido aumento se le cargue al consumidor, o sea al pueblo. Quienes
deben asumir esos centavos, deben ser precisamente aquellos que menos trabajan
y mayor beneficio reciben en el negocio de la carne, o sean los matarifes
y carniceros. Así es la cosa de sencilla. Todo depende de la voluntad
de las autoridades pertinentes que participan en la decisión final.
Se inclinan a favor de las clases trabajadoras y del pueblo o apoyan a los
intermediarios que, sin mayores esfuerzos, son los más favorecidos
económicamente.

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AYER GRAFICO |
Isabel de Nachio en un desfile de modas en el Salón Bellavista. |


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