El pase de facturas que estremece el Partido Solidaridad, es propia de la venganza de una dirigencia de individuos miopes, intolerantes e incapaces de resistir una pequeña estremecida a sus débiles proyectos; ya que en su práctica habitual de prepotencia y sometimiento, no admiten las ideas.
En su demagogia de supuestos practicantes del civilismo, los llevó a promoverse al resto de la sociedad, como los grandes exponentes de la democracia y no son más que un puñado de enfermos narcisistas, que sólo añoran lograr el poder, aún a costa de aplastar cualquier vestigio de libertad.
Pequeños enanos, que se valen de influencias para llegar a los altos puestos y cargos, más no lo hacen a través de la militancia y el trabajo. Arribistas que se consideran semidioses y en su burdo Olimpo, pelechan del trabajo y el esfuerzo ajeno, para luego concluir persiguiendo las ideas y a los más capaces, lanzarlos por la borda, en una actitud propia de piratas políticos modernos.
Son seres que no les gusta estudiar, que no les gusta debatir, que les enferma compartir y no son solidarios, ya que se autoconsideran de la clase social encopetada y plenos cancerberos de los poderosos y del verticalismo.
Son esos, los que más han hablado y prometido valores democráticos y en su arlequinesca bufonada, sólo son capaces de imitar a lo que hacen los gobernantes tradicionales, de barrer a todo empleado público, aunque el mismo sea excelente, por no ser miembro de su partido, o no comulgar con sus propósitos; para luego colocar en reemplazo a los lacayos reptantes que le han dispensado favores y finalizar haciendo fracasar a toda obra útil.
Conózcalos usted a tiempo pueblo panameño, que no les engañen con sus cantos de sirenas, que no por casualidad los hemos combatido internamente. A esos, jamás los hemos visto en la primera fila en las trincheras de las grandes luchas, ya que son tránsfugas comunes.