María Eugenia Dávila, la joven de 20 años asesinada por el seguridad Omar Sinisterra, parecía ayer -durante sus honras fúnebres- una princesa durmiendo el sueño eterno. Su rostro angelical estaba sutilmente maquillado, su hermosa cabellera negra, cubierta por un velo blanco. Su blusa era de satín y sobre ella mantenía una bufanda.
El acto religioso fue en la parroquia Espíritu Santo, en la 24 de Diciembre.
Cuando una de sus compañeras de los Laboratorios Raly leyó un mensaje en memoria de María, pocos pudieron contener las lágrimas.