Como ya se demostró en estas primarias panameñistas, entre este año y mayo de 2009, habrán muy pocos ganadores, y una tanda de perdedores.
La gran cantidad de candidatos a puestos de elección popular en todos los partidos crearán un mar de decepción en muchos líderes partidistas y sus seguidores, una vez se haya aclarado todo en las respectivas primarias y en los comicios generales.
Sin embargo, tanto ellos como los que no están inscritos en ningún partido político y tienen sus preferencias, tienen que ser conscientes de que la democracia es competencia; y la competencia produce precisamente eso: ganadores y perdedores.
Algo que probablemente también veremos serán impugnaciones, acusaciones de ventajismo y corrupción, inconformidad, quejidos, rechinar de dientes y "pataleos de ahogado", provenientes de precandidatos y candidatos perdedores.
Independientemente de si serán justificadas o no sus protestas, lo importante en la política y en cualquier otra competencia es no asumir ni impulsar un triunfalismo anticipado e infundado, arma que muchos aspirantes y sus equipos de campaña infunden en las masas que los respaldan.
Los malos perdedores son "patéticos", para ponerlo de la forma más drástica. Eso de tratar de sabotear a los ganadores, desvirtuar las razones de la derrota y minimizar el triunfo de los ganadores, es propio de chiquillos malcriados.
Los perdedores que aceptan oportunamente su derrota y se ponen a disposición de los copartidarios que sí salieron favorecidos con el voto de las bases, logran una cosecha política considerable.
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