Viernes 3 de julio de 1998

 








 

 

EDITORIAL
La sumisa Asamblea Legislativa

E
l parlamento históricamente se caracteriza por concentrar las divergentes opiniones y servir de resonador de las aspiraciones políticas y sociales, con las vocerías de personeros que relievan, acusan, aplauden y apoyan decisiones idóneas para el avance y progreso de la nación.

En Panamá, después de los traumáticos eventos unícratas que llenaron de luto y dolor la vida panameña, la Asamblea Legislativa debe asentar los reclamos, liderizar las justas protestas, crear las normas de mejor y mayor convivencia y deviene en sumisa instancia, uncida a los designios que señala el poderoso Organo Ejecutivo, que desde las alturas palaciegas determina los derroteros parlamentarios, imponiendo aceptaciones, reclamando rechazos, inspirando retardos, y en general, reduciéndola a un costoso apéndice de la voluntad del mandatario de mayor poder.

Ahora, sin que la colectividad conozca las razones y documentación justificativa para celebrar sesiones extraordinarias, se convoca a la Asamblea Legislativa, y únicamente se somete a la consideración dos temas controversiales, cuales son el reglamento de la Defensoría del Pueblo y la normativa que obligará al retiro de los funcionarios que alcancen setenta y cinco años de edad; asignándose para estas deliberaciones más de cien mil balboas de dietas, en los diecisiete días de trabajo de la convocatoria; egreso que llama al escándalo la protesta popular.

Pretender la legislación de retiro obligatorio para darle salida al empantanado Caso Faúndes, cuyo juicio está en precario desde hace dos años, cuando una solicitud de previo pronunciamiento constitucional se introdujo en la Corte Suprema, que no lo resuelve por carecer de miembros sin impedimentos que hagan el quorum, al faltar tres suplentes de magistrado que no han nombrado, generaría sólidas demandas de inconstitucionalidad, al confrontar la normas que fijan los periodos de los Magistrados con la legal que surgiera de estas sesiones.

De igual manera, reunir la Asamblea Legislativa para rechazar el proyecto de Reglamento de la Defensoría del Pueblo, y así arrinconar con mayor acento al acosado funcionario en castigo, por demostrar independencia, profesionalismo y firmeza en sus gestiones; comportamiento que molesta las uncidas cúspides del mando ejecutivo, resulta grosero y genera repudio público.

Un criterio expuesto radialmente por el retirado General Rubén Darío Paredes, señala el riesgo creciente de confrontación en la vida panameña de persistir la acumulación de poder en el mando presidencial; peligro que aumentaría gravemente en el evento de lograr un resultado favorable a la reelección inmediata.

Por tales consideraciones, y relievando que en el marco civil del mando gubernativo, se promueven acciones que encubren incivilidad y antidemocracia, se impone la unidad monumental indestructible de los panameños patriotas, de sereno ánimo, que aspiran al país en libertad, sin sacudimentos sociales, con distribución justiciera de los panes y los peces, y estas búsquedas pasan por la urgente tarea de recuperar la plenitud parlamentaria, acogotada y reducida que vivimos hoy.

 

 

 


 

AYER GRAFICO
El Dr. Sergio González Ruíz en la campaña política de 1960.


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, juego con la vida de los pasajeros.


OPINIONES



 

 

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