La estadounidense Venus Williams, campeona de Wimbledon, agradeció ayer al "Dios Jehová" que le hubiera dado "salud", tras ganar por tercera vez en su carrera este título al derrotar a su compatriota Lindsay Davenport por 4-6, 7-6 (4) y 9-7.
Visiblemente emocionada, saltando de alegría y con lágrimas, la mayor de las hermanas Williams, que había obtenido este Grand Slam en el 2000 y en el 2001, recibió el trofeo con "agradecimientos" a "Dios", a su "familia" y a "todo el mundo" por el apoyo que había recibido.
"Tengo que dar las gracias al Dios Jehová por darme salud y a mi familia por estar aquí y a todo el mundo por estar conmigo", dijo Venus.
"Nadie pensaba que iba a lograr llegar aquí otra vez. Y yo simplemente esperaba a que volviera a salir el sol", comentó Williams con la bandeja de campeona en sus brazos.
Venus elogió a su rival, la número uno del mundo, Lindsay Davenport y aseguró que no podría haber competido "ante una jugadora mejor".
También recordó a su hermana Serena, que no estuvo en la final y a la que agradeció "los ánimos" que le había enviado.
Preguntada si ya se sentía como en casa en el All England Club, la campeona de Wimbledon comentó: "siempre es mucho mejor cuando se acaban los partidos".