FARANDULA Meg echó al marido de la casa

Agencias
Internacionales
La separación de Meg Ryan y Dennis Quaid es una nueva muestra del lado poco romántico de Hollywood, ese que puede cambiar las grandes historias de amor por complicados procesos legales e incluso zancadillas profesionales. Casados el día de San Valentín de 1991, su matrimonio no podría ser más romántico: la reina de las comedias de amor como "When Harry Meet Sally" o "Sleepless in Seattle" había encontrado a su caballero, ese que protagonizó "Dragonheart". Ambos eran conocidos como una inseparable pareja, dedicados a su hijo Jack, de ocho años, y con una sólida carrera artística . "La separación ha sido de mutuo acuerdo y amistosa", aclaró la portavoz de la pareja dando como única explicación que ambos habían empezado el proceso hacía seis semanas y que esperaban el respeto de la prensa en "estos tiempos difíciles". Las dificultades no vendrán únicamente de la prensa, pues como saben otras parejas arrulladas en el mundo del cine una separación en Hollywood puede acabar con bastante más que con el matrimonio. Un divorcio nunca es fácil, pero para las parejas de Hollywood, y más en aquellas con dos carreras, es especialmente brutal. Los problemas más comunes están relacionados con la separación de bienes, donde ni los acuerdos anteriores a la boda parecen evitar los conflictos económicos. La división de bienes no es el único problema que tienen que afrontar dos actores como Ryan y Quaid en caso de divorcio. También está en juego su posición dentro de una industria donde uno es tan poderoso como los contactos que posee.
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