EDITORIAL
Panamá: país de la improvisación
El panameño todo lo deja para última hora y esa aseveración se ajusta a la realidad cuando miles de ciudadanos hacían largas colas, este fin de semana, para sacar las calcomanías de sus carros. A pesar de que hubo advertencias sobre la demora permanente que tienen los usuarios, éstos hicieron caso omiso y por eso se dio el congestionamiento en las oficinas de recaudación municipal. En el mismo sentido está la organización de los carnavales capitalinos. Pareciera prematuro hablar de las fiestas del rey Momo en este tiempo, pero faltan aproximadamente siete meses para esta celebración popular y no hay visos de una eficiente estructuración de la actividad carnestolenda. El carnaval debe mirarse como una inyección turística y así debe proceder el gobierno para dotar de los fondos necesarios al Instituto Panameño de Turismo o a la junta que le toque organizar el carnaval. Con la fiesta del rey Momo se benefician los artistas, hoteles, carpinteros, diseñadores y constructores de carros alegóricos, restaurantes, taxistas y se observa un crecimiento económico en este período. Hay que tener, pues, conciencia del significado del carnaval y con el que se benefician otras actividades colaterales. La fiesta del rey Momo es el desahogo de las tensiones de un pueblo que por cuatro días se libera del estrés a que lo tienen sometido. Desde ya hay que ir pensando en la organización del carnaval y superar la etapa de regatearle los fondos necesarios a la junta que se encargue de celebrarlos, por lo que Panamá tiene que ir pensando en grande, desterrando aquellas ideas de que esta actividad sólo es jolgorio y diversión con cerveza y licor. En el IPAT se debe ya estructurar una Junta Permanente del Carnaval para que no haya improvisaciones. Debemos quitarnos el estigma de que los panameños dejamos todo para última hora y es por eso que nos sorprende el tiempo, aun con las grandes celebraciones. Afiches, cuñas grabadas en radio y televisión y anuncios en revistas nacionales y extranjeras pueden ser la base de la promoción del próximo Carnaval del Milenio para reiterar la soberanía absoluta alcanzada el año pasado en la antigua Zona del Canal. Así como los tableños piensan desquitarse por los estragos que la causó el hantavirus, los capitalinos podrían tener unos carnavales fastuosos si se lo proponen, porque la fiesta en Azuero se vislumbra como apoteósica. A trabajar por el carnaval que es soberanía popular.
PUNTO CRITICO |
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