Eran los primeros minutos del 1 de julio, mientras la expectativa ciudadana se centraba en el cambio de gobierno, en el Hospital Santo Tomás el personal estaba en alerta verde.
Esta alerta se debía al tradicional incremento de los hechos violentos que se dan cada vez que llega un feriado o un fin de semana largo.
La primera hora del "día del cambio" pasó sin mayores sobresaltos, excepto por casos comunes que llegaron para recibir atención médica.
La inusual tranquilidad de la madrugada fue interrumpida cuando a la 1: 50, en una ambulancia procedente del Hospital San Miguel Arcángel, fue llevado el reo Pedro Luis Jiménez, herido de bala en el pecho, cuando en una reyerta en el pabellón salieron a relucir no sólo armas de fuego, sino una granada de fragmentación, la cual no explotó.
Pasados 40 minutos, a las 2:29 de la madrugada, el sonar de las sirenas anunciaba la llegada de otro caso urgente, se trataba de un herido procedente de Santa Marta de nombre Saúl Arjona, el cual fue herido en el muslo izquierdo.
Pero ni bien había entrado a sala este herido, cuando dos minutos después, a las 2:31, desde el área de la Asamblea Nacional, un hombre que fue víctima de un robo, llegó a recibir atención médica, se trataba de Raúl Ruiz.
ACCIDENTES NO FALTARON
Los rayos del sol penetraban con toda su fuerza y mientras en la Asamblea Nacional de Diputados se iniciaban los actos oficiales de transmisión del poder, en el "Hospital del pueblo", las cosas se mantenían en relativa calma.
Tras más de siete horas de la llegada del último caso violento al centro hospitalario, a las 10: 15 de la mañana, dos mujeres llegaban en la ambulancia 120, tras sufrir un accidente de tránsito en el área este de la ciudad capital.
Zunibal Bethancourt, de 30 años, y Lastenia Pinto Montilla, de 50, sufrieron traumas menores, y después de ser atendidas se les dio de alta.
La mañana avanzaba y se hizo el mediodía, y a diferencia de horas más tempranas, una gran cantidad de personas llegó a los alrededores de "El Elefante Blanco", pero paradójicamente era para atenderse por hechos naturales o para visitar a familiares.
Mientras en un cercano monitor de televisión, muchas personas estaban pendientes de lo que ocurría en las proximidades del Centro de Convenciones ATLAPA, donde estaba por iniciarse el programa del traspaso de mando presidencial, a las 12: 20 p.m., un grito desgarrador rompió la monotonía.
Se trataba de una mujer pidiendo auxilio, ella se había bajado de un taxi con su hijo Arturo Fuentes Pacheco, quien había resultado herido de bala en el pecho, minutos antes en la barraca La Comunitaria de la Avenida Ancón.
LA ESPERANZA ES LO ULTIMO QUE SE PIERDE
Tras la llegada del último herido, una asombrada mujer se mostró confiada en que la asunción de Ricardo Martinelli a la Presidencia de la República traerá más seguridad al país y pondrá fin a tanta violencia.