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Respuesta
a Mariela Sagel(I)
"Todos
los ciudadanos tenemos el derecho y el deber de exigirles cuentas
a los servidores del Estado por su desempeño público"

Carlos Guevara Mann
Colaborador
El martes publiqué
aquí la nota que me envió la ministra de Gobierno
y Justicia, Mariela Sagel. Dicha carta refleja una concepción
autoritaria y altamente inconveniente del papel de los ciudadanos
y los medios de comunicación en la vida política
del país.
Porque ambos temas conciernen a la comunidad entera, abordaré
el primero hoy y el segundo el sábado 3 de julio.
En mi columna del 15 de junio, que motivó la réplica
de Mariela Sagel, opiné que su nombramiento obedeció
a razones electoreras y de amistad. Señalé que
la ministra ha esquivado la responsabilidad que le cabe por la
violación de la autonomía universitaria, la presentación
del proyecto de ley que crea la Sala Quinta, y las recientemente
denunciadas irregularidades en la administración penitenciaria.
Estimé que su reacción al problema fronterizo
y su opinión sobre los medios de comunicación han
dejado mucho que desear. Consideré que, en el ejercicio
de sus funciones públicas, la ministra ha manifestado
autoritarismo y soberbia. Con fundamento en estas opiniones,
concluí que por motivos de dignidad y responsabilidad,
Mariela Sagel debía renunciar.
Mi columna no contenía un solo elemento personalista,
porque mi intelecto está en pugna con la mentalidad del
subdesarrollo, tan común en nuestro medio, cuya respuesta
a todos los problemas, por complejos que sean, se reduce al retardatario
recurso al personalismo.
Emití una opinión sobre el desempeño
de Mariela Sagel en el Ministerio de Gobierno y Justicia, a lo
cual tengo derecho en virtud de mi condición de ciudadano
panameño. Esa misma condición, aunada a mi oficio
de politólogo y columnista, me asigna la responsabilidad
de contribuir al afianzamiento del régimen democrático
a través de la expresión de opiniones políticas.
Puede que mis puntos de vista no le agraden a Mariela Sagel.
Si embargo, la ministra carece de fundamento alguno para sugerir
que mis opiniones obedecen a un sentimiento personal en contra
suya porque, como ya lo manifesté, no reacciono de manera
personalista.
Vislumbro el ejercicio periodístico como un servicio
público, lo cual debe serles obvio a todos los que, como
Mariela Sagel, me honran con la lectura de mis artículos.
En la publicación de esta columna y otros ensayos, hago
lo posible por evitar hasta las referencias a mí mismo.
Hoy me ha tocado quebrantar ese principio, porque la carta
que escribió la ministra contiene afirmaciones e insinuaciones
que no hay otra forma de rebatir sino a través del recurso
al testimonio personal. Pero, en general, me producen repugnancia
quienes emplean los medios de comunicación para promoverse
y exaltarse a sí mismos, porque veo ese protagonismo como
una forma de corrupción, que aprovecha un bien público,
como lo es un espacio periodístico, para procurar el beneficio
particular.
Dentro de este amplio contexto, la hipótesis de Mariela
Sagel, de que no puedo juzgar sus actuaciones porque no la conozco
personalmente, carece de fundamento lógico. Todos los
ciudadanos tenemos el derecho y el deber de exigirles cuentas
a los servidores del Estado por su desempeño público.
La rendición de cuentas constituye una dimensión
fundamental del sistema democrático. Es la ministra quien
ha fallado al evadir la responsabilidad de explicar sus actuaciones,
como les corresponde a los funcionarios estatales, ya que ni
en sus declaraciones públicas ni en su carta del 16 de
junio hay una sola respuesta satisfactoria a los serios cuestionamientos
que se han hecho a su gestión.
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